CASCADA DE IMÁGENES
Anoche, con todas las medidas de seguridad, la CND dejó inaugurado el Festival Vernos de la Villa de Madrid. Allí estuvimos y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 30 de julio de 2020
Expectación no faltaba. La Compañía Nacional de Danza (CND) hacía anoche su primera intervención en Madrid después del largo confinamiento, dejando inaugurado el Festival Veranos de la Villa, en el patio de Conde Duque con el aforo reducido, las butacas socialmente distanciadas, la obligatoriedad de mascarillas, los geles, señalizaciones, entrada y salida ordenada del público y toda la parafernalia covid19. Venía precedida por el éxito de su participación la semana pasada en el Festival de Granada y un enorme reportaje en The New York Times que alababa, con un tono de envidia, cómo el festival y el colectivo dirigido por Joaquín de Luz habían hecho posible la vuelta de la danza a los escenarios con público respetando todas las medidas de seguridad, algo que parece muy remoto en las compañías norteamericanas ahora mismo.
De Luz ha puesto en marcha una de sus principales promesas cuando llegó al cargo. Dijo a todo el que quisiera escucharle que sentía necesidad de potenciar a través de la danza el extenso (y poco conocido) acervo musical de España. El título de la obra estrella de la noche no podía ser más claro. Arriaga es una dinámica coreografía colectiva que mueve a la masa de bailarines por el escenario de manera incesante siguiendo rigurosamente el dictamen de los cuartetos de cuerda creados por Crisóstomo Arriaga, en 1824. Ha sido ideada a seis manos por Mar Aguiló, Pino Alosa y el mismo De Luz, quienes mezclan sus talentos dentro el todo, sin discriminar por secciones firmadas por cada uno.
El diseño coreográfico consiste en una caudalosa cascada de imágenes provocadas por rápidas, sucesivas, ordenadas e indetenibles entradas y salidas de bailarines, eficaz solución escénica que va arrojando a toda velocidad brevísimos (y en ocasiones virtuosos) solos, duetos, tríos, cuartetos y abundantes movimientos corales como si fueran eslabones de una cadena coreográfica única pero que se permite pasear por distintos estilos que van del clásico al neoclásico hasta un elegante contemporáneo más libre, aportación indispensable de Aguiló que parece articular el todo y llevar la voz cantante, sensación acentuada desde ese sencillo vestuario rico en vapores y ondulaciones.
Romántico y necolásico
El regreso de Joaquín de Luz a los escenarios suponía el otro momento relevante de la noche. El solo A Suite of Dances, obra tardía de Jerome Robbins creada a petición de Mikhail Baryshnikov en 1994, ya formó parte de la gala de despedida del bailarín español del New York City Ballet, donde brilló a lo largo de más de 15 años. Centrada en la complicidad entre el bailarín y (en esta ocasión) la violochelista Iris Azquinezer, música de Bach mediante, la coreografía es un divertimento que encaja en la personalidad, ligereza y gracia que siempre ha caracterizado a De Luz.
Una pincelada romántica y otra neoclásica terminaron de dibujar el programa de la CND en Conde Duque. El dueto de Festival de las Flores en Genzano es lo único que queda de este ballet perdido de Bournonville, en el que se verifica su particular estilo romántico y que fue interpretado anoche con corrección por la compañía. En el otro extremo, el creador brasileño Ricardo Amarante estrenó con la CND Love Fear Loss, su homenaje a Edith Piaf que, a través de tres duetos neoclásicos acertadamente bailados, se pasea por los estados anímicos que marcaron la vida no siempre feliz de la celebrada intérprete de Ne me quitte pas.
