AL TEATRO REAL LE SIENTA BIEN EL HIP HOP
Ópera barroca contaminada por breakdance, ‘Las indias galantes’ sorprendió anoche en el coso madrileño bajo dirección de la coreógrafa francesa Bintou Demebélé. Fuimos a verla y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN Fotos_CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE
Madrid, 30 de mayo de 2025
Sorprendente, inesperada, fascinante… Las indias galantes, ópera barroca de Jean-Philippe Rameau, aquí contaminada y enriquecida con hip hop y breakers, actualidad y espectacularidad, buen gusto y talento, por la coreógrafa francesa Bintou Dembélé, nos dejó atónitos anoche en el Teatro Real madrileño, donde permanecerá hasta el próximo domingo, en lo que equivocadamente han llamado una versión semi-escenificada. Errada porque se trata, en toda regla, de una sofisticada puesta en escena envolvente y llamativa, dominada por un artilugio circular flotante semejante a un ovni que, a un tiempo, procura la más que destacable iluminación expresiva de Benjamin Nesme y sirve también de lumínica escenografía futurista para la nueva puesta coreográfica de esta ópera, originalmente estrenada en París, en 1735, hace ahora 290 años.
Hay que advertir que la versión libre no es apta para puristas ni conservadores líricos, a pesar de que permanecen intactos la música y su enrevesado argumento de amor y guerra, que va a parar al Perú de los Incas. Lo que ocurre es que todo aparece supeditado a una puesta en escena poco preocupada por la narrativa y muy interesada en conectar aquella obra y aquel mundo con el nuestro de hoy, a través de sugerencias múltiples.
Dembélé opta por invadir todo el recinto del teatro traspasando la cuarta pared, ubicando a los cantantes del Coro de Cámara de Namur y a los estupendos y virtuosos breakers de su compañía Rualité (un juego de palabras en francés entre calle y realidad) indistintamente en el escenario, los balcones, los pasillos y el patio de butacas, una invasión que procura una ambiente envolvente y surrounding, al tiempo que los fantásticos músicos de la Cappella Mediterrania, descalzos, no siempre están en el escenario, sino que van entrando y saliendo de maneras muy imaginativas.
Hip hop barroco
Así dispuesto lo escénico, la coreógrafa, una de las pioneras del hip hop escénico francés, sabe cómo colar su mundo de krump y break, lleno de neones láser en el mejor estilo Darth Vader, en el estilizado barroco, con alusiones claras a la inmigración (aprovecha los viajes a las indias de la ópera para ello), y a la escena urbana con una decidida apuesta por las minorías, con un gran dominio de los movimientos de masa. Sube la temperatura cuando pone a bailar a breakers, cantantes y solistas al unísono, demostrando gran capacidad para impactar moviendo a todos sobre el escenario. No obstante, es comedida y no abusa de ello, desplegando este talento básicamente en dos momentos, sin lugar a equívocos los más espectaculares: la escena del volcán, justo antes del (tardío) intermedio y hacia el final, con la Gran Danza de la Pipa de la Paz, con la se metió al público en su bolsillo.
No es la primera vez que los franceses se animan a bailar hip hop en el mundo exquisito de Rameau y el barroco. A inicios de este siglo, cuando hacía eclosión en Francia ese hip hop escénico que hoy aparece ya plenamente desarrollado, los pioneros del género (incluida nuestra Blanca Li) hacían experimentaciones de todo tipo. En ese contexto, José Montalvo & Dominique Hervieu, con su hoy desaparecida compañía, se atrevieron con La Bossa Fataka, de Rameau, en un montaje con vídeos espectaculares y breakers insólitos, que llegó a verse en el Mercat de les Flors, de Barcelona.
Aún así, no deja de ser audaz e innovador que Bintou Dembélé se atreviera a subir al escenario de esta forma tan desprejuiciada un título como Las indias galantes, en este montaje de 2017 que, anoche demostró, le sienta tan bien a un teatro de ópera como el Real madrileño.