DE DUETOS Y SOLOS EN CANARIAS
Cuatro espectáculos, entre ellos un nuevo estreno de Daniel Abreu, se presentaron en la continuación del festival canario de Tenerife. Esto nos pareció...
Texto_JUDIT GALLART
Tenerife, 29 de diciembre de 2024
Continúa la celebración del XXIII Festival Canarias dentro y fuera que acogería anoche cuatro espectáculos entre los muros del santacrucero Teatro Victoria. La primera de las piezas vendría de la mano de un habitual en esta cita anual, el Premio Nacional de Danza Daniel Abreu que, junto a la italiana afincada en Tenerife, Emiliana Battista, presentaría el estreno de su nueva creación: A bene placito (en la foto superior). Un dueto de corta duración altamente contemplativo, tanto por la delicadeza con la que sus intérpretes se desenvuelven en escena con una Battista capaz de crear una danza tan onírica como envolvente mientras sostiene diversos platos en todos los puntos de apoyo que su cuerpo le permite, como por el exquisito vestuario que los arropa: un diseño blanco y voluminoso cargado de texturas con una larga falda de capas traslucidas superpuestas que terminan por conformar una silueta etérea y vaporosa coronada por una máscara bordada con tonos dorados adoptando un tinte carnavalesco que lleva la firma del diseñador Leo Martínez.
Y es que las vajillas –también presentes en VAV, trabajo anterior- se están convirtiendo en una constante en el trabajo de Daniel Abreu, que recupera los platos tomados por su compañera para hacerlos rodar con sosiego por la escena mientras queda envuelto en sus ondulantes recorridos tomando un cariz de misterio y sofisticación.
Le seguiría Contiguo, la propuesta de dos jóvenes (Pedro “SOHU” Sánchez y Dahiana Betancourt) bautizados como Patella Vulgata, nombre científico de la lapa común, más que apropiado para la ocasión, pues los cuerpos de sus intérpretes no se despegan ni por un momento en los 15 minutos que dura la pieza. Y así, eternamente unidos, estas dos figuras que terminan por convertirse en un todo común conformando un eje compartido se deslizan, arrastran y retuercen por la escena en una lucha exasperante por permanecer unidos en la que, si uno se endereza, el otro le sigue, y si uno cae, el otro también. Un trabajo de alta exigencia física, en ocasiones un tanto brusco, que pretende, y logra con éxito, indagar en cuestiones como el amor, la unión hasta el punto de la obsesión, la puesta en común que suponen las relaciones y la perseverancia y cooperación con la que se sostienen, o caen, pero en cualquier caso siempre de forma conjunta.
Glisten y Hedoné
La propuesta de Irlanda vendría representada por Isabella Oberländer con Glisten, que persigue el brillo de la esperanza en una pieza que profundiza sobre la alienación, la alteridad y el cuestionamiento. Hasta aquí todo bien, un solo correcto que incorpora todas las cualidades de movimiento posibles y donde la incomodidad en el propio cuerpo resulta más que evidente con frotes y rasgueos constantes. Pero ya no solo es que quizás resulte un tanto pretencioso poner en el centro de la propuesta el Manifiesto Xenofeminista, corriente disruptiva que entremezcla política, filosofía y tecnología desafiando los paradigmas tradicionales del feminismo, sino que el resultado termina tornándose predecible y repetitivo, aunque cabe destacar el vigor interpretativo de su ejecutante.
El broche final lo pondría Marta Batista con su solo Hedoné (en la foto) que, bajo el nombre de esta diosa griega, busca contraponer la búsqueda del placer inmediato con una posible antagonista mitológica: Psique. Un solo que pone de manifiesto la versatilidad de una bailarina que oscila con comodidad entre el furor de una danza histriónica sobre el dolor y la dificultad para huir a toda costa del mismo, cargada de saltos impredecibles y elevaciones adornadas por una mirada desafiante, con la delicadeza y templanza que adopta con gran lirismo en la segunda mitad de esta pieza de pequeño formato.