¿TÚ ME QUIERES?
Ayer, en el marco de dFeria presentaron Lali Ayguadé y Akira Yoshira su dueto de desafección ‘Togheter To Get There’. Fuimos a verlo y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN
San Sebastián 12 de marzo de 2024
Hace un año justo, en la misma sala Gazteszena y bajo el mismo marco de dFeria, el relevante encuentro escénico de San Sebastián ahora en curso, la bailarina y creadora catalana Lali Ayguadé presentaba Runa, un dueto sobre la nostalgia de un pasado feliz que vivía una pareja hoy devastada. Ayer, en su nueva creación Together To Get There, bailada y firmada junto a Akira Yoshida, parecía seguir hurgando en el mismo tema, rascando en la misma herida, como si estuviese intentando mirar la crisis de pareja desde otro ángulo. No conecta ni promociona las dos coreografías como un díptico, pero a fe que lo parece.
Es verdad que la nueva creación aparece más despojada y limpia, allí donde la anterior era barroca y cargada de escenografía, de utilería, de objetos… y a su favor hay que decir que ahora la dramaturgia y el devenir coreográfico parecen mejor calzados, más claros en sus intenciones, menos crípticos, más nítidos y directos. Podría decirse que, orquestada como una propuesta para dos bailarines y una fregona, Together To Get There presta más atención a la crispación, la desafección y la incertidumbre que a las razones que las causaron. En su totalidad gestual, desplegada desde los códigos de una tensa y crispada danza-teatro, el único momento de texto es ese (tan brillantemente resuelto) en el que él, balbuceando y retorciéndose a un tiempo, no sabe cómo preguntarle directamente y sin alterar todo su cuerpo “¿Tú me quieres?”, interrogante que a su vez, nos da pistas de por dónde viene el conflicto de esta pareja que, casi con toda seguridad, alguna vez fue feliz.
La propuesta escénica está muy bien diseñada. Ella aparece débil, frágil y en perenne desvarío. Se diluye entre sus brazos, incapaz de sostenerse por sí misma, como si fuera líquida. Él está dibujado solícito y angustiado. Hay en ambos un afán simbólico por la limpieza, por mantener orden y equilibrio en el lugar (y quizá en sus vidas). La música pone la tensión dramática y la estupenda iluminación de Fermín Izko es expresiva. En este sitio, despojo de lo que quizá fue un hogar, la luz de la bombilla es inestable, la aproximación entre ellos produce cortocircuitos, pareciera que aquí la tensión emocional se mide en voltios.
No es el caso, pero imaginemos que a la coreografía le fallase todo. Quedaría siempre como aliciente la satisfacción de verles bailar. Lali Ayguadé es una bailarina expresiva, de muchos registros, muy convincente en lo emocional. Él, por su parte, tiene agilidad de lince. Es muy dúctil y flexible, muy eficaz en el trabajo de suelo. Ambos se complementan, se crecen bailando juntos. Es lo mejor de su prepuesta.
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