NOCHE DE ESTRELLAS EN ALICANTE
Bajo dirección de José Carlos Martínez, la Gran Gala de Estrellas de la Danza, reunió en Alicante el pasado jueves a un puñado de estrellas españolas. Fuimos a verlas y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JESÚS VALLINAs
Alicante, 18 de febrero de 2020
La danza de Lucía Lacarra es característica. Tiene la bailarina vasca un gran dominio del movimiento, enorme plasticidad y perfección técnica pero, sobre todo, una enorme emotividad, un lirismo que la hace muy especial. De allí que las ovaciones más ruidosas fueran para ella en la Gran Gala de Estrellas de la Danza, que bajo dirección de José Carlos Martínez, ex director de la Compañía Nacional de Danza, se vio el pasado jueves 13 de febrero, en el Teatro Principal de Alicante.
Acompañada por Matthew Golding, partner eficaz, protagonizó Lacarra los dos momentos más emocionados de la noche. Bailó en la primera parte Finding Light (en la foto superior), de Edward Liang, una obra que sabe explotar la ligereza y grandes extensiones de la bailarina. Y ya en la segunda, francamente se lució al abordar la delicada After the Rain, del coreógrafo británico Christopher Wheeldon.
No obstante, hubo más momentos brillantes en esta gala. Martínez ha sabido huir de las rutinarias cascadas de pas de deux clásicos en cadena que suelen ser la norma en este tipo de espectáculos. La suya tuvo dos elementos distintivos. El primero, noble y necesario, de querer dar un espacio a estrellas de ballet españolas que trabajan en numerosas compañías en todo el mundo, para que tengan oportunidad de mostrar su trabajo en casa.
Es la pluralidad el otro distintivo que lo saca de la norma. En esta gala había un equilibrio entre las propuestas, salidas unas del repertorio académico, otras de corte abiertamente neoclásico, danza contemporánea y guiños al flamenco. Podría pensarse que, siendo un público principalmente interesado en el ballet clásico el que acude usualmente a estas galas, sería comprensible el rechazo o indiferencia hacia propuestas más de nuestro tiempo. Y no fue así. El cálido y emocionado aplauso que le brindó la audiencia a Iratxe Ansa e Igor Bacovich lo corrobora.
Ansa, coreógrafa y bailarina vasca, ex miembro de la CND y el NDT holandés, ha emprendido su propio camino con la compañía que dirige junto a Bacovich. La carrera de ambos actualmente se inclina más hacia la creación pero como animales de escenario que han sido, sienten siempre esa debilidad por estar al frente. La gala de Martínez les dio la oportunidad del estreno absoluto de su nuevo trabajo Entangled Echoes, una coreografía en la que una enigmática pareja se mueve sinuosa al ritmo acompasado de Philip Glass. Es obra que destaca por su fuerza expresiva, limpieza en el movimiento y profundidad en la expresión. También muy bien recibida A point of clarity, su segunda intervención en la gala.
El otro estreno mundial vino firmado por Aída Badía, destacada bailarina cántabra que ocupó roles relevantes en las producciones de José Carlos Martínez para la CND. Marcadamente teatral, este solo bailado por ella misma, acompañada en escena por el arpista José Antonio Domené, parece evolucionar en su breve duración desde el ballet académico hacia el gesto contemporáneo, en el marco de una cuidada puesta en escena.
Piruetas
La pincelada de flamenco la puso Segio Bernal, sólido intérprete de danza española que se atrevió con el fascinante Zapateado de Sarasate, que hiciera de su autor, Antonio el Bailarín, una gloria. Acierta Bernal en la elegancia y la precisión pero falla en la fuerza interior, ese aire huracanado y estridente con el que el creador dejaba perpleja a las audiencias cuando lo bailaba él mismo. El tono lírico y bucólico de El cisne, versión masculina de Ricardo Cue de la célebre La Muerte del Cisne, parece encajar mejor en la sensibilidad de Bernal, que lo bailó inspirado en esta noche de gala alicantina.
Desde luego, no faltaron los pas de deux tradicionales que, salidos o no, del repertorio académico son casi siempre un tour-de-force, el momento de la verdad para un bailarín clásico, pues lo más relevante en estos duetos suele ser la perfección técnica en la ejecución. En este sentido, brillaron dos parejas. Sonia Vinograd y Ricardo Castellanos vencieron con verdadero brío y acierto las numerosas dificultades y exigencias técnicas de Llamas de París (en la foto sobre estas líneas), de Vasily Vainonen, especialmente durante las vertiginosas variaciones y coda, de las que ambos salieron indemnes. También eficaces aparecieron en Delibes Suite, una obra de gran lirismo firmada por José Carlos Martínez.
Por su parte, la otra pareja, Filipa de Castro y Francisco Sebastiao, hicieron lo propio con el complicado pas de deux de El corsario, aún cuando les faltó soltura y precisión en los momentos más álgidos de este complejo dueto. Más acertados se sintieron en el registro neoclásico y teatral de Easy Pas de Deux, del creador español Carlos Pinillos.
