ESCÁNDALO SEXUAL EN EL ROYAL BALLET
Liam Scarlett, coreógrafo residente del Royal, ha sido acusado de acosar sexualmente a alumnos de la célebre escuela de ballet londinense
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 30 de enero de 2020
En julio de 2018 el Royal Ballet, en todo su esplendor, trajo al Teatro Real, de Madrid, una de las joyas de aquella temporada. La nueva producción de El lago de los cisnes era motivo de orgullo para la emblemática compañía londinense y suponía también un peldaño aún más arriba en la meteórica y brillante carrera del creador británico Liam Scarlett (Ipswich, 1985). Se alabó aquí su sensibilidad y capacidad para adaptar este título fundamental del repertorio a los usos espectaculares de nuestros días sin traicionarlo. Aunque bailó en la casa de 2006 a 2012, la celebridad le vino como coreógrafo. Se convirtió en el creador más joven en montar un ballet completo para el Royal, donde ejercía desde el mismo 2012 como coreógrafo residente, toda una distinción. Le llamaban el wonder boy de la coreografía británica. Era una estrella. Pero esta semana, toda esa celebridad de ha derrumbado.
El rotativo The Times desveló que sobre Liam Scarlett pesan numerosas acusaciones de abusos sexuales cometidos a lo largo de los últimos diez años con alumnos y ex alumnos de la legendaria Escuela del Royal Ballet. Scarlett no era profesor pero supervisaba a los estudiantes que participaban en sus coreografías. Siempre en la versión del periódico londinense, la directiva del Royal se enteró en verano del año pasado y suspendió con carácter inmediato a su coreógrafo estrella, abriendo además una investigación disciplinaria, aunque se cuidó de que la noticia no trascendiera a los medios. El artículo, que compromete la reputación de una escuela y una compañía legendarias del ballet británico, habla de acoso sexual, comentarios inapropiados sobre los genitales de los alumnos y tocamientos. Dice que Scarlett pedía a los estudiantes fotos en las que aparecieran desnudos y solía irrumpir en los vestuarios sin motivo alguno. “Este es un mundo tan competitivo que sientes que no puedes perder ninguna oportunidad, así que si alguien tan poderoso te pide lo que sea, estás programado para aceptarlo”, confesaba un exalumno al rotativo.
El efecto no se hizo esperar. The Queensland Ballet, de Australia, que tenía a Scarlett como coreógrafo asociado, también rescindió su contrato y canceló la reposición de Las amistades peligrosas, una de las coreografías más célebres y emblemáticas de Scarlett, quien además ha creado para compañías de tanta envergadura como el ABT o el New York City Ballet, entre muchísimas otras.
En estos tiempos del #metoo, cuando está en marcha el macro-juicio contra el magnate del cine Harvey Weinstein y con antecedentes como la caída en picado de estrellas mediáticas, antes idolatradas, como el actor Kevin Spacey, la sociedad ya no parece dispuesta a mirar para otro lado ni a tolerar estos ejercicios de erótica del poder. Tampoco se sienta a esperar el dictamen de la justicia. El mundo de la danza suma, ahora con Scarlett, tres casos sonoros. Uno fue el del encumbrado creador belga Jan Fabre y el otro, el del legendario director artístico del New York City Ballet, Peter Martins, quien fue absuelto de cargos por la justicia pero tras el escándalo mediático que se armó difícilmente volverá a la cumbre desde donde cayó. Así que, independientemente de lo que diga la investigación, no es difícil vaticinar que la brillante carrera del wonder boy del ballet británico ha llegado abrupta y tristemente a su fin.