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TRANSFIGURADOS

El Ballet de la Ópera de Lyon ha estrenado en el marco de la Bienal de la Danza de la ciudad francesa, su programa triple Nuits transfigurées. Fuimos a verlo y esto nos ha parecido…

Texto_OMAR KHAN Fotos_MARC DOMAGE

Lyon, 10 de septiembre de 2025

El programa triple Nuits transfigurées, que acaba de estrenar el Ballet de la Ópera de Lyon en el marco de la muy prestigiosa Bienal de la Danza de la ciudad francesa, tiene como punto de inspiración y arranque La noche transfigurada, de Schönberg, obra musical temprana del precursor vanguardista, que aquí lleva la tonalidad al límite pero no lo traspasa como ocurrirá con su trabajo posterior, por el que es más conocido. Estrenada en Viena en 1902, la composición parte de un poema en el que una mujer, “a la luz de la luna en una noche transfigurada”, confiesa a su pareja que está embarazada de otro hombre.

Aunque quizá coincidan en el carácter nocturno, poco o nada en común tienen entre sí las tres piezas que conforman esta velada diseñada por Cédrix Andrieux, ex bailarín de Cunningham y actual director de la Ballet de la Ópera de Lyon, que arropó el estreno del delirio clubbing We need silence, de Katerina Andreu, con las reposiciones del dueto de 2014 La nuit transfigurée, de Anne Teresa de Keersmaeker, directora de Rosas en Bruselas, y la fantasía en clave de ciencia ficción futurista deepstarias bienvenue e s (( re )), que fue creada para ellos por Mercedes Dassy, en 2020.

Los cuatro altavoces que dominan la escena de We Need Silence, el estreno de la noche, ya parecen justificar el título. Un escenario sobre el escenario, humo y luces de concierto nos anuncian el show ruidoso por venir. La música, machacona y reiterativa, viene por cortesía Eric Yvellin y la misma coreógrafa, Katerina Andreou, una ateniense anclada en Francia, donde dirige su propia compañía Bark. Metáfora de las noches desmadradas en cualquier club nocturno, la pieza es un despliegue de resistencia discotequera para una docena de bailarines desbocados. No teniendo otra intención que imitar la percusión sonora en los cuerpos que la replican, ésta débil dramaturgia va perdiendo fuerza a pesar del crescendo musical y el desbarre de los bailarines. Funciona mejor cuando la coreógrafa consigue alinearlos al unísono.

Sci-fi

En tono de ciencia ficción, la enigmática deepstarias… se sujeta en la inquietud que genera su atmósfera siniestra. Cinco bailarines se arrastran literalmente por los suelos como reptiles imperceptibles frente a dos pantallas de barras de neón. Hay sensación de agobio y encierro. La tensión conduce los movimientos del equipo encerrado que, finalmente, consigue escapar saltando a la platea y usando las salidas del teatro. El aire retro, como de danza desfasada y antigua de los años noventa, queda enfatizado en el vestuario y maquillaje, quizá los elementos menos acertados del conjunto.

La nuit transfigurée no parece una obra de Anne Teresa de Keersmaeker, se aproxima mucho más al estilo emocional y estético de Pina Bausch. No es narrativa en un sentido estricto pero es obvio que hace referencia directa al poema en el que Schönberg se inspiró. En el enorme escenario oscuro, un hombre de espaldas y en apariencia indiferente, ignora del desgarro emocional de la danza que ella baila. Durante este primer bloque, la coreografía, en sintonía con el oscuro dramatismo de la música, mantiene una tensión que se va diluyendo a medida que él rompe su inercia y todo deriva hacia un pas de deux más convencional.

En cualquier caso, la obra ha sido diseñada para el lucimiento de ella. Y anoche, la bailarina Amanda Lana no desaprovechó la oportunidad. Intérprete de grandes registros emocionales y gestuales, y gran precisión y dominio corporal, emocionó con su angustia, desesperación e impotencia frente a su interlocutor mudo.

Cédrix Andrieux va apostando a ganador por la versatilidad del equipo del Ballet de la Ópera de Lyon que dirige. No ha temido enfrentarlos a Pina Bausch (Se ha escuchado un grito en la montaña) ni al kova de Marcos Morau, de La Varonal (La bella durmiente) y ahora, antes de un estreno encargado a la polifacética y radical creadora Marlene Monteiro, vuelven a estrenar en el marco de la Bienal de la Danza de Lyon, el próximo día 17, una pieza abiertamente experimental, Último Helecho (así en español) con dirección de Nina Laisné, coreografía de Francois Chagnaud y participación de la cantante argentina Nadia Larcher.