ROLLERBALL
Patinando llega Marta Izquierdo, coreógrafa madrileña anclada en Francia, que tendrá esta semana su ‘Constelación’ en el Mercat de les Flors y participación la próxima en el Festival Madrid en Danza con su pieza ‘Roll’. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_LAURENT PHILIPPE
Madrid, 07 de mayo de 2025
“Una vez acabada la dictadura, llegó a España el patín de ruedas y yo aluciné con aquello. Rodando por Madrid y con los walkman de la época escuchando música, me sentía fuerte y poderosa, tuve la sensación de que a esa velocidad mis patines me llevaban al futuro, era como coger un tren para largarse”. Por aquel entonces, la jovencísima Marta Izquierdo no lo sabía, pero ese subidón sería el germen de Roll, la coreografía que hoy ha montado a un grupo mixto de bailarinas de contemporáneo y patinadoras actuales de roller derby, un deporte no regulado, en lo que supone la culminación de una trilogía emprendida desde su compañía francesa [lodudo] producciones dedicada a colectivos femeninos que se mueven entre la marginalidad y la cultura de masas, que se inició con Imago-go y prosiguió con Guerrilleras.
Aunque ha intentado traer a España todas las producciones de su compañía [lodudo] producciones, que desde 2007 funciona en Toulouse donde vive, su infraestructura pequeña no le ha permitido tener la visibilidad deseada en nuestro país, aún cuando en los circuitos franceses de danza ya es ampliamente conocida. De hecho, con Roll tuvo destacada participación el pasado verano en el Festival Montpellier Danse, uno de los grandes encuentros europeos de la danza.
Pero eso podría tener su fin esta misma semana. El Mercat de les Flors, de Barcelona, le dedica una de sus Constelaciones, que incluye el estreno local de su obra Flip (09 de mayo), con el patinador Eric Martin, en la explanada del Museo Nacional de Arte de Cataluña, varios eventos urbanos relacionados con el patinaje en ruedas y la presentación en la sala grande del Mercat de Roll (días 10 y 11), espectáculo que de inmediato vendrá a integrarse al Festival Madrid en Danza (Teatros del Canal, Sala Verde, día 15).
A la danza llegó tarde Marta Izquierdo, una artista del popular barrio madrileño de Carabanchel, criada en la desconocida libertad que sobrevino tras la muerte de Franco, la misma que alimentó la movida madrileña. Le interesaba el movimiento, sí, pero no el establishment de la danza y sus compañías. Por Madrid bailó para Carmen Werner o Aracaladanza y cuando se marchó porque no se sentía cómoda, en Francia lo hizo para destacados coreógrafos como Catherine Diverres y François Verret. “Pero enseguida me di cuenta de que esto de las grandes compañías no era para mí”, nos confiesa, “yo necesitaba algo propio, mi espacio de investigación, y lo encontré en Japón, donde me fui a estudiar la danza butoh y los movimientos underground de danza en ese país. A partir de allí ya me puse a desarrollar lo mío”.

Solo con gallina
La esencia de eso que llama “lo mío” se la vino a desvelar una gallina, quizá la mejor bailarina con la que ha compartido escena, o por lo menos, la más provechosa. Fue en She’s Mine, la primera creación para su compañía. “Conviví con la gallina tres meses durante toda la creación, me comí sus huevos y la conocí a fondo. Cuando estaba en el escenario me llamaban la atención cosas básicas como que ella hacía lo que quería y se manejaba con total libertad respecto a sus sentimientos. Cuando tenía miedo chillaba, si quería andar, andaba, todo sin prejuicio. Gracias a ella descubrí cómo quería mostrar a mis intérpretes en el escenario, descubrí que había que aplicar lo de la gallina, porque los quería a ellos mismos como los seres humanos que son, a veces correctos o a veces incorrectos, sin importar si se salen de la norma, porque lo normativo es un espacio que no me interesa”.
She’s Mine ha tenido iguales raciones de éxito que de polémica. La trajo a Matadero Madrid cuando era un espacio experimental y le cayeron encima los animalistas. “Esa gallina estuvo totalmente cuidada, mucho más cuidada que yo”, se defiende todavía hoy. Pero eso es la anécdota, la verdadera moraleja es que encontró una filosofía escénica que ha hecho posible esta trilogía sobre colectivos periféricos femeninos, que culmina ahora con Roll, vagamente inspirada en Rollerball, un masculino e hiperviolento filme americano de anticipación futurista, estrenado en 1975.
“He investigado sobre las actuales comunidades roller derby, deporte de contacto, velocidad y estrategia que hoy organizan mujeres pero que en los setenta era cosa de hombres. No es un deporte profesional y nadie quiere que lo sea porque es asociativo, practica la inclusión, la sororididad, la horizontalidad… muchas de ellas son queers, trans, lgtbi… no todas pero la mayoría”.
El reto que se impuso Marta Izquierdo fue cómo trasladar a la danza lo que ocurre en el roller derby, pero no como deporte. “Lo que me interesa es el espíritu de esas jugadoras… cómo se quieren, cómo se crea una comunidad, cómo se autoayudan. También el hecho de que tengan cuerpos muy distintos porque eso coincide con mi visión de la danza contemporánea. Antes de ser bailarina, yo me miraba y pensaba que esto no era para mí”, concluye.






