NOCHE DE HOMENAJES EN ELCHE
Bailó La Tacha. Tras trece intensos días de danza, clausuró anoche en el Gran Teatro el Festival Abril en Danza, que repartió homenajes por todas partes. Allí estuvimos y así lo vivimos
Texto_OMAR KHAN Fotos_GERMÁN ANTÓN
Elche, 05 de mayo de 2025
Qué noche la de anoche. Fue una velada marcada y remarcada por los homenajes en el imponente Gran Teatro de Elche. Después de trece intensos días de danza itinerante entre Alicante, Murcia y esta ciudad, Asun Noales bajaba el telón de la última y exitosa edición de su ya asentado y reclamado Festival Abril en Danza, que nació hace catorce años de la idea, entonces peregrina, de “deberíamos hacer algo por el Día Internacional de la Danza”, surgida en el seno de su compañía OtraDanza, hoy convertida en rugiente motor de la danza en este lado de la Comunidad Valenciana. Desde el escenario, cansada pero feliz y radiante, la creadora y gestora agradeció y agradeció a todos a los que había que agradecer pero también quiso rendir homenaje a su equipo –pequeño, eficaz y encantador-, que la ha ayudado a levantar este festival descentralizado fuera de Valencia capital, que desde hace dos años, generosamente, se ha extendido también a Murcia, donde escasea la programación de danza.
Y es que hoy Abril en Danza es un referente. Aquí hay espacio para todo y para todos. Para la danza más emocionada como esa conmovedora Luz sobre las cosas, trabajo de madurez del andaluz Guillermo Weickert o la belleza contemplativa de la propuesta de Iván Pérez, un local que triunfa en Alemania y trajo a su compañía desde Heidelberg con la hipnótica Silk. También lo es para esos ilusionados jóvenes emergentes que construyen un tejido y consolidan una comunidad de danza en estas ciudades, a través de La Terreta Balla, un programa estrella y clave del festival, que es un reclamo relevante y festivo, y lo es además para emergentes de más lejos. Todo un descubrimiento este año el joven colectivo belga Paper Bridge.
Los talleres, las clases magistrales, la discusión y el pensamiento contribuyen a la consolidación y normalización de la danza en las tres ciudades. También, y muy importante, el asalto y activación de las calles siguiendo la máxima de Mahoma con doble beneficio, para un público potencial desde luego y porque le da la oportunidad única a las compañías de bailar en tres ciudades distintas en días consecutivos.
Este año, fueron los gallegos de Colectivo Glovo, con la muy elegante Alleo, los locales de Waco Danza con su propuesta de humor Dummies y el colectivo aragonés Qabalum, con el emotivo y todavía sorprendente dueto de sus inicios La medida que nos ha de dividir (en la foto que abre esta crónica).

Por mis ovarios
El espectáculo de clausura, Menospausa, de La Tacha (Natalia González, 58 años, en la foto), fue en sí mismo el recipiente de otros varios homenajes. El primero, como dice la misma artista, a sus propios ovarios, porque se trata de una propuesta nacida de los sofocos de su menopausia, que quiere reivindicar que el flamenco tiene duende pero no edad. Festivo, sí, pero también reivindicativo de un flamenco democrático sin fecha de vencimiento en el cuerpo de esta veterana bailaora y palmera, maestra y creadora, fundadora de la legendaria compañía Arrieritos, que vaticinó en los estertores del siglo XX lo que es ya norma en el XXI: un flamenco libre, sin complejos, contaminado y sin fronteras.
Pero por encima de sus ovarios, quiso homenajear a su tío, el iluminador e impulsor del teatro en la ciudad, Nazario González, recientemente fallecido y toda una institución en Elche, donde ella misma nació aunque desarrolló carrera en Madrid. En la capital fundó Arrieritos y en esta urbe regenta, desde hace un cuarto de siglo, el famoso y muy próspero tablao Las carboneras. Menospausa, de ingeniosísimo y revelador título, curiosamente, es el primer unipersonal de toda una carrera a punto de rebasar los cuarenta años. Más que un espectáculo, es eso que podríamos llamar un auto-homenaje porque yo lo valgo.
Siendo ilicitana pródiga, procedente de una familia de artistas muy apreciada y querida en la ciudad, la función anoche de La Tacha, quien terminó vestida de dorado como si fuese a bailar en A Chorus Line, en sí misma suponía otro homenaje importante, el que le ahora le rendía la ciudad que la vio nacer, que se volcó con ella, le rió sus gracias, que no son pocas, y cómo no, la ovacionó de pie largamente cuando bajo el telón. Fue pues, como decíamos, una noche de múltiples homenajes pero con una clara y única ganadora: la danza en su gama de acepciones, modos y pasiones.






