ARCÁNGEL CON FARALAES
Trajo Úrsula López anoche al Teatro de la Zarzuela su visión de ‘Comedia sin título’, de Lorca, en la que supone la segunda parte de un díptico iniciado con ‘El maleficio de la mariposa’. Fuimos a verlo y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 03 de mayo de 2025
Juzgar una propuesta escénica por lo que pudo ser y no fue es una postura del todo injusta, pero es imposible no ponerlo en práctica tras lo que le ha ocurrido al díptico sobre Lorca que, tan inteligentemente, ha creado la coreógrafa y feroz bailaora Úrsula López a partir de dos piezas raras del poeta granadino, pero montadas en dos momentos distintos de su vida profesional: El maleficio de la mariposa, cuando era directora del Ballet Flamenco de Andalucía, y Comedia sin título, con la que aterrizó anoche en el madrileño Teatro de la Zarzuela (con función adicional esta noche), ahora con su propia compañía privada.
El punto de partida, del todo brillante, es el mismo para los dos montajes. No se trata simplemente de remontar en danza las dos obras dramáticas de carácter surrealista del poeta granadino sino que a propósito de ellas, despliega una dramaturgia más ambiciosa para la que ha contado con la sapiencia de Pedro G. Romero, el mismo que ha colaborado durante años con Israel Galván. En su díptico, López amplía el espectro no solamente a todo el universo lorquiano sino al momento internacional de las vanguardias que él vivió, y citando, muy especialmente en esta segunda parte, a los muchos coreógrafos que, como ella, convirtieron en danza sus escritos. Desde las bernardas del español Rafael Aguilar (en Rango) y el sueco Mats Ek, hasta las muy desgarradas Bodas de sangre, de Gades, con su muerte a navajazos en cámara lenta. Ruiz Soler y José Limón, Lindsay Kemp y Vicente Escudero, Lester Horton y Mario Maya o el Salvador Távora de La cuadra de Sevilla. Creadores todos muy distintos con una misma fascinación: Lorca.

Un problema de dinero
No hay diferencias en la manera de abordar esas danzas ni en la dramaturgia creada para ellas en este díptico. Tampoco, y esto es importante, en la calidad de los bailaores y bailaoras que lo dan todo tanto en la primera como en la segunda, siendo diferentes intérpretes y compañías. Pero el dinero, siempre el dinero, crea un abismo entre una y otra. El maleficio de la mariposa, con aires de superproducción, tuvo la espectacularidad que tuvo gracias a que era la producción de un ente público como el Ballet Flamenco de Andalucía. Comedia sin título, y esto es un mérito auténtico al valor, se ha levantado desde la compañía privada de López, que está a leguas de distancia de semejantes posibilidades de producción. Y se nota.
La austeridad de Comedia sin título no le permite demarcar y delimitar desde los trajes y la escenografía, los contrastados estilos de los coreógrafos y las coreografías que aborda. Todo se le queda un poco plano y monótono, aunque es un acierto estético la progresión cromática de negros que avanzan hacia rojos y terminan en amarillos luminosos como si fuese un viaje hacia la luz.
Porque sabemos por El maleficio… lo que López es capaz de hacer y montar con recursos, lamentamos que no haya tenido un mecenas que hiciera realidad lo que quizá tenía en la cabeza. No es un reproche ni un reclamo. Es más bien una reflexión que apunta a la solidaridad y un lamento por las condiciones injustas en las que trabajan, a veces, nuestros grandes talentos. Sirva también para llamar la atención a las compañías de danza estatales, sobre la importancia de ser generosas y dar oportunidades a nuestros grandes artistas.
Dicho esto sobre lo formal, hay que admitir que si algo sostiene el espectáculo es el buen hacer de ella y su fantástico y atronador equipo de ocho bailaores y bailaoras que parecen veinte cuando truenan sus zapatos y acompasan sus palmas. Tras un prólogo maravilloso, en el que se eleva ese “arcángel con faralaes” que alcanzó a describir Lorca en su obra inconclusa, la última que intentaba culminar antes de ser fusilado, en 1936, se suceden los distintos cuadros que no dan tregua a una compañía de talentos que saben entregarse sin cortapisas en esta pieza trepidante que ha contado, eso sí, con un acertadísimo equipo de músicos en directo.






