Actualidad

ENCERRADOS, ASFIXIADOS Y CONVULSOS 

Arranca la próxima semana el Festival Dansa Valéncia, que reunirá este año piezas sobre los tormentos del hombre contemporáneo. María José Mora, su directora, nos comenta estas propuestas…

Texto_OMAR KHAN Fotos_TAIAT DANSA / MARÍA ALPERI

Madrid, 07 de abril de 2024

Que la danza contemporánea es, sobre todo, un reflejo de nuestro tiempo, que traslada a la escena las preocupaciones más apremiantes del hombre actual, es algo que se podrá verificar de forma nítida entre el 13 y el 21 de abril en distintos teatros y espacios de la capital valenciana. El Festival Dansa València, que recoge y concentra lo más innovador de la producción dancística nacional, no es un festival temático pero hay problemáticas persistentes en la sociedad que, de manera inevitable, se cuelan en la danza. María José Mora, directora del evento desde hace ya tres años, lo ha notado. De allí, que este año se mueva bajo el lema El dulce rugir.

“Con rugir lo que queremos es apoderarnos de lo que no debimos descuidar”, nos explica. “Dentro de la programación hay una línea temática que, podríamos decir, aparece en casi todas las propuestas programadas, un tipo de creación que coloca al ser humano en la búsqueda de la luz y la esperanza partiendo de personajes que están atrapados, encerrados y apresados buscando estallar y rugir para encontrar una salida a los múltiples problemas de este mundo convulso. Lo podemos ver en piezas como las de Kor’sia o Taiat Dansa, que ponen en el centro del escenario personajes asfixiados pero obstinados, en perenne desafío por implantar otras realidades posibles. Es la frustración que genera obstinación”.

Fieles en su especialidad de hurgar en el pasado para encontrar soluciones al presente, la nueva creación de la Compañía Kor’sia, que dirigen en Madrid los italianos Mattia Russo y Antonio de Rosa, Mont Ventoux (17 de abril, Teatre Principal, en la foto bajo estas líneas), apuesta por el ideal renacentista como atenuante de la velocidad y absurdo de nuestras vidas veloces y absurdas, invitándonos a contemplar y valorar la naturaleza, a partir de las reflexiones de Petrarca.

En una línea similar, la joven compañía navarra Led Silhouette, que dirigen Jon López y Martxel Rodríguez, se aferra a la metáfora del célebre cometa, en Halley (17 de abril, Teatre Rialto), una reflexión que parte de la gran pregunta sin respuesta ‘¿de dónde venimos y qué hacemos en este mundo?’ para llamar la atención sobre lo que supone habitar el planeta en este momento.

En vez de hacia la luz, el creador Mario Bermúdez adentra paulatinamente hacia las tinieblas al equipo de bailarines de su compañía andaluza Marcat Dance, en Averno (19 de abril, Teatre Rialto), obra más bien pesimista que coloca al hombre contemporáneo viviendo perennemente un viaje sin retorno hacia los confines del infierno.

Castillo siniestro

En cambio, Meritxell Barberá & Inma García, líderes de la veterana agrupación valenciana Taiat Dansa trastocan la línea trágica de Barbazul, el que mataba a sus esposas y amontonaba sus cadáveres en su mansión, en su propuesta Judith (Monasterio San Miguel de los Reyes 18-21 abril, en la foto que abre este reportaje), que reconvierte la basílica en el tétrico castillo y multiplica a su protagonista en muchas, todas poseedoras de una llave que abre una puerta que, en vez de a la muerte como el original que inspiró a Béla Bartok o Pina Bausch, aquí conduce a la luz, en clara alusión a feminismo y libertad. “Son mujeres enclaustradas que buscan por cuál puerta poder salir, hay una determinación ante esta realidad tan compleja, una determinación por salir adelante y buscar nuevas formulas” comenta María José Mora de este montaje, uno de los más originales y llamativos de la programación de Dansa València este año.

Sobre la resiliencia y reinvención de una juventud convulsa nos hablará, a su vez, Alice Ripoll, una de las invitadas internacionales al festival este año, en su vibrante creación Zona franca (20 de abril, en el TEM). Tremendamente realista y apegada al siempre candente contexto socio-político brasilero, esta creación quiere hablarnos con optimismo de las aspiraciones de una juventud que a pesar de tener que inventarse la vida cada mañana, alberga esperanzas y busca la luz, con la alegría y festividad que parece correr por el ADN de los nativos de este país polarizado y dividido entre la riqueza superlativa de unos pocos y la pobreza extrema de otros muchos, quizá demasiados.

“Encuentro en todas estas propuestas la angustia y la decepción pero no la rendición, y eso es importante, algo destacable” concluye María José Mora, que pondrá a rugir en Valencia a estos artistas que a un tiempo, se nos mostrarán reivindicativos y poéticos.