GEOMETERÍA POÉTICA
Triunfó anoche el Ballet del Gran Teatro de Ginebra, que estrenó en el Teatre El Liceu ‘Noetic’, de Sidi Larbi Cherkaoui. Allí estuvimos y esto nos ha parecido…
Texto_OMAR KHAN Fotos_GREGORY BATARDON
Barcelona, 28 de febrero de 2024
Hay poesía en las matemáticas. El creador belga-marroquí Sidi Larbi Cherkaoui intentó –con éxito- demostrarlo anoche en el escenario del Teatre El Liceu, de Barcelona, con el potente equipo del Ballet del Gran Teatro de Ginebra, que ahora dirige. Noetic, un trabajo de enorme belleza formal que el coreógrafo había montado originalmente para el Nederlans Dans Theater I (NDT1), de Holanda, en 2014, se nos presentó ayer como una exploración geométrica, racional y emocional a un tiempo, que conecta y coloca sobre una misma línea matemáticas, humanidad y naturaleza, como elementos dependientes unos de otros.
Líneas rectas que se hacen curvas, numerología, cinetismo, arquitectura y pensamiento convergen de forma natural en el escenario como un todo único. Siendo geometría y simetría conceptos relevantes de esta propuesta, cuya dramaturgia fue concebida por Adolphe Binder, hoy directora del Ballet de Basel, la rigurosa composición coreográfica parece adherirse también a estos principios con su división matemática de los cuerpos en el espacio, en sus juegos simétricos de tres o cuatro sub-grupos que crecen o decrecen en proporciones idénticas, en los movimientos angulosos y rectos de los bailarines en determinadas ocasiones y, desde luego, en el manejo y manipulación de esas enormes varas metálicas flexibles, diseñadas por el escultor Antony Gormley, que dominan el último y más espectacular segmento de la coreografía.
Sidi Larbi demuestra gran habilidad para el trabajo grupal, moviendo constantemente a la masa de bailarines de una forma racional en cuanto a la composición, con abundantes solos muy cortos y virtuosos, que repentinamente se desprenden del grupo que se mueve en bloque.
Pero lejos de lo que pudiera pensarse, no es en absoluto frío ni distante sino más bien tremendamente elegante y cálido. Y es que elegancia es buen calificativo para toda esta propuesta en blanco y negro, que viste de traje a ellos y de fiesta a ellas, y que se apoya de forma muy decisiva en la música y el escultórico y muy eficaz dispositivo escénico.
Escenografía manipulable
No es la primera vez que Sidi Larbi colabora con Gormley, escultor que ya había diseñado el dispositivo de zero degrees, aquel fantástico dueto bailado por el coreógrafo belga y Akram Khan. En esta ocasión, cobra aún mayor protagonismo con esas varas gigantes que van adquiriendo distintas formas manipuladas por los bailarines. Arcos, puentes, pasillos, esferas, círculos, aros, líneas rectas, líneas curvas… formas arquitectónicas de una ciudad cibernética. Construir y deconstruir con estas varas no es fácil tarea para los bailarines, a los que se exige pericia y máxima coordinación. Lástima que anoche en el Liceu, la maquinaria no siempre aparecía bien engrasada, y en algunas ocasiones estos efectos visuales se perdían.
Tampoco es la primera vez que el coreógrafo cita al compositor polaco Szymon Brzóska, que crea para Noetic un emocionante paisaje sonoro que, por momentos, parece el soundtrack de una película épica de Hollywood, y que sabe combinarse con la música en directo, que aporta la soprano Ana Vieira Leite y el polifacético Shogo Yoshii, que interpreta diversos instrumentos a lo largo de esta emotiva velada.
Sidi Larbi empieza a configurar así la nueva línea del Ballet del Gran Teatro de Ginebra, que ya había sido desvelada en nuestro país con la reciente visita de la compañía al Teatro Arriaga, de Bilbao, y al Real madrileño, donde hace poco estuvieron estrenando Ukiyo-e, la primera pieza que el coreógrafo montó en exclusiva para el renovado colectivo suizo. Una obra, por cierto muy contrastada con esta Noetic que habla de armonía y racionalidad en contraposición a la angustia y caos que domina la nueva creación.
