NUESTRO PATRIMONIO (SEGÚN LA COMUNIDAD DE MADRID)
El flamencólogo Fernando López reflexiona sobre el uso perverso de la noción de patrimonio, a propósito de la creación de la nueva compañía autonómica de danza española y flamenco. Léelo…
Texto_FERNANDO LÓPEZ
Madrid, 19 de diciembre de 2023
La Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid ha venido zarandeando a artistas y profesionales de la cultura a golpe de titular en los últimos meses y, ante la sorpresa e indignación de los/as afectados/as, ha respondido sistemáticamente negando la mayor y acusando de alarmismo ideologizado, como ya lo hiciera la anterior Consejera Marta Rivera de la Cruz en relación, por ejemplo, a los más que notables indicios de censura en el caso de la obra del dramaturgo Paco Bezerra.
La situación, ya de por sí hostil, se ha agravado con decisiones que se han presentado como impecables, por más que artistas y gestores sigamos pensando que la ausencia de concurso público para la elección de cargos directivos es una pésima noticia; que el Centro Danza Canal, devenido ahora Centro Dramatúrgico y Coreográfico, pierde uno de los escasos refugios públicos para que bailarines/as y coreógrafos/as residentes en Madrid pudieran ensayar sus trabajos y que dicho espacio no se convirtió en un refugio para los/las artistas de la danza gracias a la anterior dirección de Blanca Li sino, al menos, desde los años de Natalia Álvarez Simó en el cargo. También dudamos de que un aumento presupuestario vaya a significar automáticamente un incremento en la programación de danza y, creemos, además, que la programación de espectáculos no debería ser la única actividad que se realice para impulsar al sector.
Sin embargo, el objeto de este texto no es ahondar en el análisis de estas variables sino en el uso perverso de la noción de "patrimonio" para defender la creación de un ballet de danza española y flamenco, y la apuesta por el repertorio coreográfico frente a otros estilos de nueva creación. Escribo como madrileño, como bailaor de flamenco y, sobre todo, como Doctor en Estética y especialista en la Historia del flamenco que se considera "tan nuestro".
Hablar del "patrimonio" excluyendo la danza contemporánea, la performance y las llamadas "artes vivas" supone ignorar la larga Historia de estas disciplinas, que también son nuestro patrimonio, en España. Supone ignorar las corrientes vanguardistas desarrolladas hasta 1936 por parte de artistas tan conocidas como Tórtola Valencia y supone desacreditar a un movimiento artístico e intelectual que empezó a fortalecerse en la década de 1980 con el esfuerzo de escuelas como Carmen Senra o de instituciones como el Certamen Coreográfico de Madrid, cita anual ineludible desde la década de 1990.
Aparentemente, coreógrafas contemporáneas que han desarrollado fructíferas carreras de más de treinta años, no son "nuestro patrimonio". Quedan fuera Teresa Nieto, Carmen Werner, Nacho Duato, Esther Ferrer o La Ribot por nombrar únicamente un puñado de nombres veteranos que se me vienen instantáneamente a la memoria.
Se podrá objetar que estas artistas, aun siendo españolas o residentes en España, no realizan un arte genuinamente español (algo que cabría contraargumentar desgranando la temática de algunas de las obras coreográficas de dichas creadoras). Sin embargo, lo que me resulta más preocupante como bailaor y flamencólogo es la estrecha visión que del baile español se tiene (excluyendo las miradas más actuales del mismo en la concepción de ese repertorio a salvaguardar, y que también pertenecen a las artes contemporáneas), así como la ignorancia manifestada al considerar estos estilos como pura y exclusivamente españoles.
Daré una serie de ejemplos para demostrar que, toda perspectiva que trate de acaparar el flamenco desde un punto de vista identitario y nacionalista puede tener éxito electoral (y de público) pero contradice la verdad histórica y estética: el flamenco no es "nuestro" del mismo modo que la danza contemporánea tampoco es "extranjera". Ambos se han desarrollado en circulaciones transfronterizas que desmienten todo ejercicio de apropiación en clave regionalista o nacional.
Pensemos en el mantón de Manila, que venía de China vía Filipinas (de ahí su nombre); pensemos en la bata de cola, que era una versión maja de un modelo de traje de novia francés, como así descubrió la historiadora Eulalia de Pablos; pensemos en el cajón, de origen peruano y traído al flamenco por Paco de Lucía; pensemos en los tangos flamencos de origen afrocubano y en todos sus derivados (tanguillos, tientos, farrucas, garrotines y rumbas); pensemos en todos los llamados cantes de ida y vuelta, traídos directamente de Hispanoamérica (¡algunos de ellos mezclados con fragmentos musicales vascos!); pensemos en la importancia e influencia de la danza clásica, de origen francés, en el desarrollo de la danza española estilizada y la mal llamada "escuela bolera"... pensemos, sí, y entendamos que bajo la noción de "nuestro patrimonio" lo que aquí se nos está intentando colar es una idea muy precisa de los márgenes estéticos y políticos dentro de los cuales los artistas deberemos crear nuestro trabajo para ser presentable en una comunidad como la de Madrid que, presentada como el reflejo de "España dentro de España", cada vez se parece menos a lo que es y ha sido, en verdad, nuestro país.
Fernando López es bailaor, coreógrafo y filósofo. Doctor en Estética y Teoría de las Artes por la Universidad París 8-Saint Denis y Miembro de la Academia de las Artes Escénicas. Dirige desde 2009 su propio proyecto coreográfico y compagina con la enseñanza y la investigación académica.
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