MUCHACHA VERSÁTIL
Belén Martí ha puesto danza y gesto a ‘La Mesías’, de los javis. Es una de las muchachas de Mucha Muchacha y un fichaje de La Tristura para ‘Las niñas zombi’, que esta semana llega a La Mutant, de Valencia. Hablamos con ella...
Texto_BEGOÑA DONAT
Madrid, 24 de octubre de 2023
De primeras, puede parecer que el trabajo de movimiento en la nueva serie de Los Javis, La Mesías (en la foto, ya disponible en Movistar+), se circunscribe a las coreografías de un puñado de extravagantes videos musicales que salpican toda la trama, pero va más allá. En esta ambiciosa propuesta sobre una saga familiar marcada por el fanatismo religioso y un ejercicio tóxico de la maternidad, el trabajo desarrollado por la bailarina y coreógrafa Belén Martí imprime realismo a la expresión corporal de la desazón y sinceridad de las interpretaciones.
La mallorquina es una de las cuatro fundadoras, junto a Ana Botía, Marta Mármol y Marina de Remedios, de Mucha Muchacha, un colectivo que ha sondeado el folclore para cuestionarlo y hacerlo contemporáneo, al tiempo que se interrogan con perspectiva de género sobre la memoria y el cuerpo.
La compañía de danza contemporánea, secante con las artes vivas, ha sido y tenido como cómplice en su trayectoria a la compañía de artes escénicas La Tristura, integrada por Celso Giménez, Violeta Gil e Itsaso Arana. Si ellas firmaron la coreografía final de Renacimiento, Giménez se hizo cargo de la dramaturgia de su debut homónimo, Mucha Muchacha, y de su último proyecto, Para cuatro jinetes. Esta colaboración de ida y vuelta tiene su última muesca en la primera pieza del valenciano como creador en solitario, Las niñas zombi (foto inferior), en la que Martí se sube a escena. Tanto la producción de las muchachas como la de La Tristura mantienen muy ocupada a la versátil creadora, que volverá esta semana, los días 27 y 28 de octubre, a la Sala La Mutant, de Valencia, con las pequeñas muertas vivientes.
Cuando los javis, Javier Calvo y Javier Ambrossi, le consultaron al autor y director por candidatos para hacerse cargo del trabajo coreográfico en su magna ficción seriada, Martí figuró entre el listado. Tras leer el guion de sus siete episodios, comenzó entonces un intercambio de referencias de cine, música, coreógrafos y videos musicales. Entre las películas, la creadora recuerda Gummo (1997), de Harmony Korine; entre las personalidades de la danza, a Pina Bausch “por el tema gestual y el trabajo de manos”; y entre los audiovisuales ligados a una canción, el video de Lotus Flower, de Radiohead, donde Thom Yorke sale bailando una danza diseñada por Wayne McGregor.
“Me interesaban esos cuerpos que narran cuando se mueven y hacen algo extraño y extraordinario a la vez, porque sabía que no iba a trabajar con bailarines, sino con actores y actrices”, explica Belén Martí.
Stella Maris
La mesías transcurre en tres planos temporales diferentes donde los actores que interpretan a sus protagonistas van cambiando. La trama arranca cuando dos hermanos distanciados, Enric e Irene, descubren, cada uno por su lado, que sus cinco hermanas menores han conformado un grupo de música EDM cristiana para salvar al mundo, Stella Maris. Sus videos kitsch han conseguido una enorme viralidad en YouTube y la pareja, atormentada por su pasado, se desespera por rescatarlas del aislamiento, la represión religiosa y el maltrato psicológico de los que ellos mismos escaparon. La ficción recuerda a las Flos Mariae, siete hermanas católicas que crearon un grupo pop por devoción a la Virgen María.
“Como he sido profesora de danza durante cinco años y había tocado todas las edades, no noté la diferencia entre el trabajo con las niñas y con las adolescentes. Con las pequeñas los ensayos fueron más divertidos: aunque sean salvajes y divertidísimas, se trabaja muy bien con ellas. Con las jóvenes, la actitud fue impecable. Son súperdotadas, súperinteligentes... Creaba en el aula junto a ellas. Traía ideas, las iba probando, si funcionaban, seguía trabajándolas, si no, las descartaba”, detalla la creadora.
Las canciones de la serie han sido compuestas por el dúo pop electrónico Hidrogenesse. En sus cándidas letras para propagar la fe católica aflora un trasfondo delirante y funesto. “Las coreografías que interpretan están creadas para cada canción. Los textos y la música me sirvieron bastante de guía. Cada videoclip está lleno de ideas locas. Los vestuarios y las propuestas de postproducción son distintivos, aunque en esencia siguen siendo Stella Maris. Por mi parte, intenté que a nivel corporal, cada uno tuviera su propio microuniverso”, expone la componente de Mucha Muchacha sobre el aspecto de su trabajo que resulta más obvio. Pero en este melodrama con pasajes de thriller y terror psicológico hay aspectos que aunque no lo aparenten, están igualmente coreografiados.
Fred Astaire del Maresme
Del reparto, el actor con el que mantuvo una relación más variada y sostenida fue el intérprete del personaje de Enric, Biel Rossell. “Hay escenas en las que utiliza mucho el cuerpo y no parecen coreografiadas, pero lo están muchísimo, y otras que son coreografías claramente, trabajadas mano a mano”.
Entre las segundas está su baile en el sótano de la familia, donde ha sido encerrado por revelar a sus hermanas un universo de evasión en los musicales. Sus pasos en el techo y las paredes, en absoluto desafío contra la ley de la gravedad, recuerdan al baile jovial de Fred Astaire en Bodas reales (Stanley Donen, 1951).
En secuencias previas, el grupo de niños y adolescentes han representado el resquicio de felicidad al que les ha expuesto Enric de manera clandestina: Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1952). Los musicales como ilusión y liberación se vislumbran en secuencias donde hacha en mano baila bajo la lluvia, o cuando, eufórico, zapatea sobre una mesa para hacer reír a sus hermanas, enfermas de varicela.
“En estos casos me he dejado llevar por lo que decía el cuerpo de manera narrativa, a veces, conversaba con Cantando bajo la lluvia, otras con lo que estaba sucediendo en la escena, como un enfado o una alegría”, distingue.
También hay un trabajo iconográfico, por ejemplo, en el gesto compartido por Lola Dueñas y Carmen Machi en el papel de la madre del clan, Montserrat, en dos etapas temporales distintas. Toda vez que el personaje asegura comunicarse con Dios, alza la mano al cielo de manera violenta, conformando un signo con los dedos.
“Intervine incluso en la expresión facial y en cómo trasladarse de un sitio a otro en el espacio. Más allá de las coreografías, hay un trabajo de cuerpo del que estoy orgullosa, la verdad”, reconoce y se reconoce a sí misma Martí, que desarrolló este encargo a caballo entre Barcelona y Madrid, en paralelo a la creación del último espectáculo de Mucha Muchacha.
A priori, ambas creaciones y universos no pueden ser más distantes, pero Martí medita que el aspecto gestual y de trabajo de manos entre La mesías y Para cuatro jinetes son compartidos.
Martí no descarta colaborar en otras series y películas. “Cuando me llamaron Los Javis, no entendía lo que podía hacer, hasta que leí el guion y vi tanta pasión que fue un sí rotundo. Ha sido muy enriquecedor, porque he podido trabajar cosas que en escena no se puede: el detalle, la expresión pequeña, el trabajo de manos, de dedos. He aprendido muchísimo de cómo puede recoger esa minuciosidad la cámara, de qué forma puede cambiarlo todo la edición, y siento que hay un espacio muy interesante para la coreografía en el audiovisual que se puede trabajar en paralelo con las artes vivas”, concluye.
