¿BALLET VS CONTEMPORÁNEO?
El cineasta Cédric Kaplisch no cree que exista esa rivalidad y así lo plantea en ‘Un paso adelante’, película francesa que se ha estrenado ayer, con coreografías de Hofesh Shechter, quien también hace de actor. De ello hablamos con el realizador y el coreógrafo. Léelo...
Texto_BEGOÑA DONAT
Madrid, 18 de marzo de 2023
El coreógrafo británico de origen israelí Hofesh Shechter conoció el cine del director francés Cédric Kaplisch a los 25 años. Una casa de locos marcó su juventud. Así que cuando ambos se conocieron en 2018 con motivo del estreno de su coreografía The Art of Not Looking Back en la Ópera de París, en el contexto de una velada titulada Quatre danseurs contemporains, al coreógrafo y bailarín le pilló con la guardia baja y cuando tiempo después, le ofreció colaborar en un largometraje semidocumental donde sería filmado junto a su compañía, aceptó a pies juntillas. La sorpresa llegó con el guion. Un paso adelante era una propuesta de ficción, donde Shechter no solo firmaría la banda sonora y las coreografías adscritas a la danza contemporánea, sino que tenía no pocas líneas de texto.
Aquella feliz encerrona ha llegado esta semana a cines de toda España y en Catañuña, el estreno de la película aparece bajo la sombrilla del Festival Dansa Metropolitana, aún en curso. La premier española coincide, además, con que el filme se ha hecho con el Premio del Público de la Sección Mosaico Panorama Internacional, del recién finalizado Festival de Málaga
Hacer de yo
“Estoy acostumbrado a la visita de cámaras a mi estudio, pero esto fue distinto. Un reto. Me interpretaba a mí mismo, de modo que tuve que lograr una naturalidad en mis diálogos para no transmitir que estaba actuando. Terminé abrazando la situación y disfrutando múchísimo. Me fascinó el silencio que se crea entre un equipo de 80 personas cuando suena acción. Son momentos preciados”, describe el coreógrafo, que volverá con su compañía a nuestro país en mayo próximo para estrenar su creación Double murder en el Teatro Arriaga, de Bilbao, y en el marco del Festival Madrid en Danza .
Un Paso adelante está protagonizada por una bailarina de clásico que tras una ruptura amorosa y una grave lesión que la apea de los escenarios, vive una catarsis a partir del encuentro con Shechter y su danza telúrica, próxima al trance, donde late un ritmo casi tribal. La historia conecta con la propia vida del reputado creador. “Crecí en Jerusalén, en una realidad muy cruda, en la que no tenía demasiadas opciones, pero el arte me brindó una salida. Mi primer amor fue la música, desde los seis años empecé a tocar el piano. Pero la danza me procuró una conexión con la gente, independientemente de su origen. Era un chaval introvertido y me abrí al mundo a través del movimiento”, agradece.
Bailarines que actúan
El largometraje está protagonizado por Marion Barbeau, primera bailarina del Ballet de la Ópera de París. En el casting, Kaplisch buscaba bailarines que supieran actuar o actores que supieran bailar. Se decantó por los primeros. Tras realizar pruebas a un centenar de ellos, para su sorpresa, descubrió que todos tenían habilidades interpretativas. “Los bailarines están acostumbrados a estar en el escenario interpretando un personaje frente a un público. Hay mucho que ya saben sobre cómo superar el miedo escénico, lo único de lo que carecen es de la relación con el texto y de la cadencia en el habla, pero son profesionales que trabajan más que los actores, así que preparan mucho su actuación”, valora el realizador. No obstante, completó el elenco con actores profesionales, como Pio Marmaï, François Civil y Muriel Robin, que ayudaron a Marion a prepararse, pues confrontarla con esas figuras experimentadas, la empujó a ponerse al nivel.
La incorporación de Shechter vino determinada por su carisma y fotogenia. “No podía pedirle a un falso coreógrafo que emulara dirigir ensayos en la película, porque tiene un componente documental y mi intención es que esas secuencias estuvieran poco escenificadas”, argumenta Kaplisch.
Su participación en la banda sonora, en cambio, no estaba inicialmente prevista. A Kaplisch le atrajo el aspecto percusivo de sus composiciones, y le puso en contacto con uno de los componentes de Daft Punk, Thomas Bangalter, con el que ya había trabajado en Una casa de locos, para la creación de la banda sonora
Con quien no colaboró Shechter fue con la coreógrafa de los extractos de ballet, Florence Clerc, quien fuera bailarina principal de la Ópera de París y responsable de remontar coreografías de Nureyev para el Boston Ballet y el Teatro de La Scala de Milán. Cada uno de ellos desarrolló sus coreografías sin buscar coherencia entre los dos universos creativos en los que se mueve la protagonista. Hofesh, en concreto, recreó la coreografía de Political Mother, su poderosa y catártica composición de 2010 sobre el adoctrinamiento político y el totalitarismo.
“La que cargaba con la responsabilidad de dar coherencia a ambos universos era Marion Barbeau, que es la que finalmente une la danza clásica con la contemporánea en la trama. De hecho, el conocimiento de lo académico es lo que permite concebir la vanguardia”, distingue Kaplisch. A fin de dar lo mejor en cada disciplina, la bailarina solicitó un mes de diferencia entre las secuencias de ballet y las que practicó junto a Shechter para preparar su cuerpo.
Desmontando mitos
Un paso adelante introduce cierta condescendencia de los profesionales del ballet respecto a las danzas modernas y urbanas, prejuicios desmontados por la protagonista a lo largo del metraje. “Estando en la Ópera de París, he observado que hay respeto en los dos sentidos. Todos saben que comparten idéntico rigor y dificultad. Aunque los movimientos son muy diferentes, la intensidad del trabajo es la misma. Y así traté de destacarlo en la película”, desarrolla el director de Las muñecas rusas y Nuestra vida en la Borgoña.
El primer acercamiento audiovisual de Kaplisch a la danza fue en 2010, a través del documental dedicado a la bailarina Aurélie Dupont, L’espace d’un instant. Pero en lo personal, de chaval se abonó al Théâtre de la Ville parisino, donde descubrió los trabajos de Merce Cunnigham, Carolyn Carlson, Alwin Nikolais, Murray Louis, Bob Wilson, Pilobolus, Trisha Brown y, por supuesto, Pina Bausch. “Años más tarde descubrí la generación de los belgas, con Wim Vandekeybus, Anne Teresa de Keersmaeker, Alain Platel y Sidi Larbi Cherkaoui a la cabeza, y más recientemente, a Akram Khan, Prejlocaj, Crystal Pite y los israelíes Ohad Naharin y Hofesh Shechter”.
Para el director era importante romper con una dinámica del retrato de la danza en el audiovisual que le incomoda. “Muchas películas solo presentan la rivalidad entre los bailarines o el dolor que afrontan, pero no sucede así con el fútbol, por ejemplo. Por supuesto, los cuerpos de los bailarines sufren como los de los grandes atletas, pero no debemos olvidar la noción de placer, que para mí está por encima de todo lo demás”.
Foto Superior: Un momento de la película ‘Un paso adelante’ Foto Central: Hofesh Shechter y Marion Barbeau Foto Inferior: Cédric Kaplisch da instrucciones a Barbeau durante el rodaje
