“LA RAZÓN, A VECES, ES UNA TRAMPA”
Lo dice la creadora madrileña Mercedes Pedroche que esta tarde estrena 'Terrario', dentro del ciclo Canal Baila, de Teatros del Canal. Nos dijo muchas más cosas. Léelas…
Texto JUDIT GALLART Fotos_PABLO LORENTE
Madrid, 24 de septiembre de 2022
Terrario [la tierna indiferencia del mundo], la última creación de Mercedes Pedroche (Madrid, 1974) aterrizará esta tarde en la Sala Negra de los Teatros del Canal como parte de la programación del ciclo Canal Baila. “Terrario es un ejercicio de indagación sobre el comportamiento gregario, la indiferencia social que mostramos hacia el contexto que nos rodea y el encuentro con la otredad. Una mirada microscópica hacia nuestra sociedad actual”, relata la coreógrafa, que viene de un largo proceso creativo cargado de lecturas filosóficas y el visionado de una extensa filmografía. “Dedico mucho tiempo al proceso de investigación, para mí es fundamental, suelo iniciarlo con una etapa más intelectual donde hay mucho trabajo de mesa y está lleno de imágenes para posteriormente pasar al trabajo con el cuerpo”.
Seis extraños condicionados por un sentimiento individual de orfandad se encuentran en un espacio desconocido, una suerte de metáfora de un contexto social concreto, desconocen cuánto llevan ahí, no saben de dónde vienen ni mucho menos hacia dónde van. Han perdido las pautas para entretejer relaciones con los otros y deben soportar el sin sentido de la existencia al tiempo que se lanzan salvajemente a construir vínculos con los demás. “Hay una tensión entre el sentimiento de pertenencia y el deseo de libertad individual, pero en mis obras me interesa la crudeza, violentar al público y presentar la realidad sin edulcorantes”. Una pieza en la que Pedroche, que viene de bailar con éxito su unipersonal Artificios y leopardos, retrato de una mujer también atrapada, no participará como intérprete y que ha ido construyéndose a través de diversas residencias artísticas, desde el Centro Coreográfico Canal, que le procura el estreno de hoy (con función también mañana), hasta el dirigido por Roberto Olivan, Espai de L´Obrador, pasando por la Compañía Nacional de Danza y el Centro de Humanidades Cardenal Gonzaga.
Conflictos humanos
“En un principio valoré la posibilidad de incluirme como intérprete, pero esta obra requería una visión externa y para ello era necesario que yo estuviera fuera”. Pedroche afirma que todas sus obras cuentan con una constante común: el conflicto del ser humano, sus impulsos y motivaciones. “Para mí la creación es preguntarme cosas, cuestiones que tienen que ver con el existencialismo, digamos que siempre me dedico a observar una misma escultura, pero desde posiciones distintas para cada pieza”.
Pese al fuerte contenido filosófico que hay en cada uno de sus trabajos, no le preocupa la inteligibilidad de los mismos. “No compongo intentando hacerlo comprensible, no busco trasmitir nada, tengo inquietudes personales que trato de resolver escénicamente. Creo que no se nos da la oportunidad de educarnos para entender a través de lo irracional, de la percepción e incluso del alma. Se nos inculca que hay que aprender desde la razón, pero la razón a veces es una trampa. Me gusta que mis espectadores empaticen emocionalmente con mis piezas sin pasarlas mediante el filtro de la razón”.
Después de residir durante seis años en Colombia, Pedroche no duda en la capacidad transformadora con la que cuenta la danza, especialmente en aquellas comunidades fuertemente precarizadas. “Es un error que la danza no tenga lugar en la educación española, la gente vive desconectada de su cuerpo. Creo firmemente que la danza es transformadora, es alimento en muchas sociedades y lo creo porque lo he visto”. Cuando preguntamos a la coreógrafa acerca de sus proyectos futuros nos confiesa entre risas: “Ha aparecido una imagen en mi cabeza, pero aún está ahí, simplemente flotando en un segundo plano. Primero necesito hacer vacío y terminar con Terrario para poder dar espacio a esa imagen”. Una declaración que parece reflejar el hecho de que Pedroche tiene aún muchas preguntas en su cabeza a las que buscará dar respuesta próximamente a través de la danza.
