DANZA ÚTIL
El Conservatorio Superior de Danza de Valencia (CSDV) abre el próximo curso un nuevo Grado en Danza Social, Educativa y del Bienestar. Alicia Herrero, su impulsora, nos comenta sus aspiraciones y alcances. Léelo…
Texto_OMAR KHAN Foto (inferior)_EDU FRANCÉS FUSTER
Madrid, 03 de agosto de 2022
Danza y bienestar son compatibles. Cada vez más, las herramientas que la disciplina ofrece encuentran aplicaciones insospechadas y eficaces en la gente. No solo en artistas que quieren formarse como bailarines sino en todo tipo de personas, de niños a mayores, pasando por bebés y adolescentes. Especialmente útil ha demostrado ser con grupos vulnerables de gente con diversidad funcional o en riesgo de exclusión social. Pero ponerla en práctica demanda un tipo muy específico de profesional.
Entendiendo la utilidad y creciente expansión de estas prácticas en distintos ámbitos sociales, desde el Conservatorio Superior de Danza de Valencia (CSDV) han querido hacer su aportación, abriendo desde el próximo curso un Grado en Danza Social, una formación específica de Pedagogía de la Danza, que formará profesionales en el área de la danza social, educativa y del bienestar.
“No estamos inventando nada”, advierte Alicia Herrero Simón, artista y docente al frente de esta nueva iniciativa del CSDV. “Ya existen posgrados de especialización en este ámbito. Lo tiene el Institut del Teatre, en Barcelona, hay un máster de la Universidad Autónoma… pero lo que no había era un grado superior. Esa es la novedad de nuestra iniciativa. Tampoco hemos creado un plan de estudios específico, usamos el que ya existe. Lo que sí hemos incluido es la danza creativa para trabajar con diferentes colectivos, un modelo con una perspectiva humanista de atención a la persona, que está ampliamente probado desde la psicología, la rehabilitación y lo terapéutico”.
Que existe demanda y salida laboral se lo ha demostrado el Itinerario de Danza Social, Educativa y del Bienestar que, con ella al frente, el CSDV implementó en 2017 como una opción para los dos últimos cursos de Pedagogía, y sirvió de piloto para la apertura del grado.
Danza para todos
“Desde el ámbito académico, los alumnos que estudian pedagogía se forman para ser profesores en conservatorios y academias, tanto en ballet clásico como flamenco. La diferencia es que ahora, la Danza Social capacitará al estudiante desde el primer año de estudios en la formación y entrenamiento de cualquier persona, poniendo el enfoque en colectivos vulnerables”, nos explica. “Una de las claves del éxito del Itinerario, que esperamos sea ahora la del grado, es que tenemos una metodología de aprendizaje basada en el servicio. Hemos establecido acuerdos de colaboración con distintos organismos: residencias de mayores, grupos con alzheimer o colectivos en riesgo, lo que nos permitirá trabajar sobre casos reales. Creemos que estas prácticas tutorizadas son la mayor riqueza del nuevo grado”.
Alicia Herrero asegura que ella misma experimentó esta carencia en su formación académica cuando entró en crisis con la danza y sintió necesidad de ubicarse en otro ángulo fuera del escenario. “Me di cuenta de que no me habían formado para esto, que no me habían dado herramientas para ello. No se trata de formar bailarines, es más transversal, porque la gente que atendemos no tiene aspiraciones de llegar a un escenario”.
La vocación de servicio ya estaba en ella. Su vida profesional se desarrolló con normalidad como bailarina en distintas compañías en Londres, donde estaba radicada. Pero notaba que le “olían” la vocación docente y la ponían siempre a colaborar con los proyectos educativos de las compañías. Diseñaba talleres, acompañaba a los coreógrafos, creaba programas para grupos de educación especial y poco a poco se fue convenciendo de que era allí donde se sentía más cómoda.
“Es maravilloso ser intérprete y subir a bailar al escenario, pero con el público apenas si compartes el momento de los aplausos y yo necesitaba más, así que tuve mi crisis de valores sobre la danza. Venía marcada por estas actividades que realizaba con distintos colectivos, donde me sentía más útil, me sentía identificada y veía cómo la danza podía hacer milagros en estas personas. Entonces, en 2005, decidí volver a Xátiva, a mi casa, e iniciar allí este trabajo dirigido a personas que no quieren ser bailarines pero terminan beneficiados con lo que la danza les ofrece. Y todavía sigo. Llevo este trabajo en paralelo al Conservatorio. El fin último es que la ciudad baile, que la danza sea para todo el mundo”, concluye.
