ADRENALINA Y TESTOSTERONA
Los siete breakers de la compañía francesa Massala fueron ovacionados anoche en el primer día del Festival Cádiz en Danza 2022. Te contamos la intensa jornada…
Texo_OMAR KHAN
Cádiz, 26 de junio de 2022
Un tour-de-force entre siete breakers incansables venidos de Francia y el acto confesional de un bailarín madrileño que mira atrás y revisa su vida marcaron el arranque ayer de la vigésima edición del Festival Cádiz en Danza, que regaló a los gaditanos una jornada intensa de danza en espacios públicos y teatros, que dejó marcada la tónica de lo que serán todos los días de esta semana, hasta el próximo sábado 2 de julio, cuando los cuerpos voladores de la compañía de Guy Nader & María Campos, dejen clausurada esta edición aniversario en el Teatro Falla de la ciudad con su propuesta Made of Space.
Algo entre primitivo y tribal, entre sorprendente y fascinante desprendían anoche en este mismo teatro los siete coordinados breakers franceses de la Compañía Massala, que provocaron una rotunda ovación del público que abarrotaba la sala, cuando dieron por finalizada Näss (en la foto superior), obra extenuante que oficialmente inauguró ayer el Festival Cádiz en Danza. Los de Massala hacen un hip hop escénico amable, de adrenalina y testosterona, a través de una puesta más bien abstracta basada en una agitación escénica trufada de acrobacias y gran velocidad, que no para ni da tregua ,y supone un reto de aguante y resistencia física para sus siete diestros intérpretes masculinos.
Ubicado en otro extremo de la creación, el coreógrafo y bailarín madrileño Jesús Rubio Gamo hizo exorcismo personal en la Sala Central Lechera, estrenando en Cádiz su solo El hermoso misterio que nos une, en el que asistimos a una doble confesión: la personal del artista, que en off y a voz propia hace un repaso [poético] a su vida, en un soliloquio siempre desgarrador. A medio camino entre la danza y el recital poético, la pieza revisa en primera persona la decepción, el amor y el desamor, la soledad, inseguridad, ansiedad y otros tormentos de la existencia. Pero hay también otra confesión, la de ese cuerpo danzante, que se muestra expresivo y conmovido, desvelando al bailarín de altos vuelos y gran sensibilidad que poco se prodiga. Aunque no lo parezca es el mismo Jesús Rubio que, como coreógrafo, se ha marcado el éxito de Gran Bolero y más recientemente Acciones sencillas, dos obras de magnitud, que para nada parecen relacionadas con esta confesión íntima del creador.
Por las calles
Lo demás ocurrió en la calle. Uno de los puntos fuertes del Festival Cádiz en Danza, acertadamente dirigido por Lorena Benot, sigue siendo la danza en espacios no convencionales. El día se inició a las faldas de la Catedral, con dos apuestas locales, los alumnos del Conservatorio Profesional de Danza Maribel Gallardo, y la joven compañía gaditana El Garaje, con Entre agua y azahares, que sorprendió (y conmovió) a todos con esa bailarina que, con ingenio y pericia, bailó todo el rato con su bebé en brazos. Un poco más tarde, en la maravillosa escenografía marítima que siempre regala el espacio Entre Catedrales, bailó otro artista local, el gaditano Eduardo Guerrero, que ha estrenado aquí su intenso dueto En-Tres, mientas que, más abajo, en el Paseo del Descubrimiento, la bailarina y coreógrafa de Costa Rica Allyson Maykal, estrenó Caso 26 (en la foto sobre estas líneas), un solo curioso en el que una mujer parece atrapada y atacada por algo que hay dentro de un bidón de agua que, como en las películas de terror, parece atraerla, hundirla, atraparla y… no dejarla respirar.
