LA DANZA COMPULSIVA DE SHARON EYAL
Estrena hoy la compañía L-E-V, de Israel, OCD LOVE en el Centro Condeduque de Madrid, primera parte de la compungida trilogía de la creadora de Tel Aviv. Lee más...
Texto_OMAR KHAN Foto_RON KEDMI
Madrid, 31 de marzo de 2022
Durante 22 años, Sharon Eyal permaneció en Batsheva Dance Company, la compañía emblemática de la danza de Israel. Allí participó como bailarina, coreógrafa residente y artista asociada, siempre a la derecha de Ohad Naharin, coreógrafo del que sorbió conocimientos, estética y modos de hacer. Fue en Batsheva, a través de los programas creativos de la agrupación de Tel Aviv, que descubrió su vocación coreográfica. Tuvo entonces oportunidad de desarrollarse para el potente equipo de esta compañía, con quienes estrenó, entre muchas otras, Bill, una pieza en homenaje al videocreador Bill Viola, que tuvo gran repercusión internacional.
OCD LOVE, la pieza que hoy y mañana su compañía L-E-V estará bailando en el madrileño Centro Cultural Condeduque es emblemática, en tanto que marca la transición entre su salida de Batsheva, en 2013, y el inicio un año más tarde, de una aventura creativa propia: esta compañía que fundó junto a su pareja de vida y arte, el dj Gai Behar. OCD LOVE se estrenó en 2015 y de su éxito se desprenden otros dos trabajos, con los que ha conformado una trilogía: OCD LOVE Chapter 2 (2017) y Chapter 3: The Brutal Journey of the Heart (2019).
El punto de partida de la primera determina las otras dos. Las siglas médicas OCD (en inglés), corresponden a las del TOC español (Trastorno Obsesivo Compulsivo), y la inspiración coreográfica de Eyal viene de un poema de Neil Hilborn que describe cómo afronta una persona con TOC el hecho de enamorarse. Ninguna de las tres es narrativa ni ilustrativa de este degarrador poema que, en su momento, recitado por su autor, se hizo viral en internet. Pero sí que intentan recoger desde la danza las pesadumbres y complicaciones que supone en general enamorarse, y áun peor cuando se padece este trastorno piscológico. “Esta creación nos da una razón para llorar”, ha dicho Sharon Eyal sobre el arrebatado segundo capítulo.
Desde luego hay mucha cercanía entre el lenguaje de Eyal y el de Ohad Naharin, que ha sido impulsor de la técnica GAGA de su invención, aunque hay que reconocer que durante el desarrollo de la trilogía Eyal ha ido desprendiéndose del padre y adoptando una ya reconocible personalidad artística propia. En principio OCD LOVE es una propuesta abstracta, de atmósfera oscura y desasosegante, que cuenta con música compuesta por el dj Ori Lichtik. Se desgrana en trabajos grupales, duetos, tríos y solos, con un especial sentido de la musicalidad en los cuerpos. Resulta enigmática y al tiempo fascinante, con esos movimientos fragmentados y esas emociones en apariencia descontroladas.
OCD LOVE es pieza perfecta para aproximarse por primera vez al universo alucinante de Sharon Eyal, que trabaja cada escena, cada momento, con auténtica –y obsesiva- meticulosidad. Aunque originalmente la compañía vendría a Condeduque con el Capítulo Dos (el año pasado fue suspendida la actuación por la situación de pandemia), sería de agradecer que esta misma casa se animara a traer a Madrid los otros dos episodios, lo que nos daría una visión amplia y completa de una coreógrafa que ya destaca como una de las más relevantes del (poblado) paisaje de danza de Israel.
