ELLOS BAILAN SU REALISMO
La Compañía Pisco Ballet y sus bailarines con discapacidad funcional abordan el surrealismo en ‘Su Realismo’, coreografía que estrenan mañana en Teatralia. Gabriela Martín, su directora, nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 12 de marzo de 2022
Se llama Su Realismo. Ingenio e ironía no le falta al título de la nueva creación que la Compañía Psico Ballet, de Madrid, estrena mañana en Teatros del Canal, en el marco del ya tradicional Festival Teatralia para público familiar. Porque la treintena de miembros de esta agrupación (dos elencos de quince cada uno), en la que hay intérpretes con y sin discapacidad funcional, rinde en esta ocasión homenaje al insigne grupo surrealista de las vanguardias del siglo XX pero al mismo tiempo, dentro y fuera de la representación, la mayoría de ellos vive su propia realidad y es dueño de su realismo, uno tan personal que tiene dificultades para ser entendido y aceptado en sociedad, no tanto por ellos sino por nosotros, que miramos hacia otro lado y antes que integrar, preferimos ignorar.
“El surrealismo encaja con nuestro mundo”, dice con serenidad Gabriela Martín, directora de la Fundación Psico Ballet Maite León y coreógrafa de este espectáculo de carácter onírico para público familiar. “El surrealismo es irracional, sin sentido ni lógica, pero solo aparentemente, y nosotros, que tenemos bailarines con distintos grados de discapacidad y cuerpos no normativos, nos identificamos porque nos parecemos, encajamos con estas ideas que parecen absurdas”.
Registrada como una ONG privada, la Fundación se centra en la formación escénica de bailarines con diversidad funcional a través de una metodología propia que fue ideada por su fundadora Maite León, creadora inquieta que murió en 2006, año en el que su hija, Gabriela Martín, tomó el relevo. Aunque es bióloga, la práctica artística le minó el terreno incluso mucho antes de hacerse cargo del legado. Estudió ballet, hizo contemporáneo, husmeó por el flamenco, y terminó montando coreografías paralelamente con su madre.
“El origen de esta propuesta es muy antiguo, viene de los tiempos en que mi madre estaba viva y hablábamos de hacer un espectáculo basado en el surrealismo o el dadaísmo, movimientos que a ella le fascinaban. Se hablaba mucho de arte en casa y a mi esta idea se me quedó. Siempre la he tenido en mente hasta que finalmente he podido sacarla. Se trata de un recorrido onírico por imágenes inspiradas en los grandes maestros del surrealismo”.
Compañías varias
Ubicada en los aledaños de la calle Arturo Soria, de Madrid, la sede de la Fundación es una casa vetusta que oculta detrás un moderno y bien pensado edificio anexo. Aquello está siempre en constante ebullición. No es para menos, dada la enorme cantidad de actividades que allí realizan. Se dan cursos y talleres de distintas disciplinas artísticas y no es simplemente la sede de una agrupación sino de varias, con distintos objetivos y repertorios, que forman una cadena que tiene su culminación en la compañía profesional, un ya sólido colectivo que es anterior incluso que la propia Fundación.
“Que se muevan de una a otra compañía, depende mucho del nivel de disciplina y compromiso. Nos basamos en la motivación. Vas a aprender solo si quieres, la iniciativa es tuya y tiene que salir de ti”. Explica Martín que la disciplina y el rigor pasan por ser fundamentales, en tanto que el fin último deseado es la incorporación a la vida profesional. Ella conoce y reconoce que ya de por sí la danza es camino difícil pero puede más el sueño de verlos bailar en una compañía, integrados al elenco como bailarines sin etiquetas ni distintivos.
“Nuestro interés va dirigido a darles visibilidad para que encuentren salidas profesionales, que los programadores tengan confianza, que los pueda llamar un coreógrafo para ofrecerles trabajo y no se los lleven bajo la etiqueta de inclusivos. Es todo un trabajo de sensibilización y he notado interés, lo que es muy positivo, pero creo que todavía hay miedo. Además hacemos campañas escolares en un intento por conseguir que los jóvenes vean que también hay un lado creativo en la discapacidad”.
La tarea es titánica y, sobre todo, lenta. Pero Gabriela Martín es más de pequeños pasos que de saltos suicidas. La compañía profesional va moviéndose en esa dirección. Ya ha convencido a varios coreógrafos de trayectoria para que monten trabajos para ellos, desde sus modos y estética, sin hacer concesiones. Y así se cuentan en repertorio piezas de Antonio Ruz, Amaya Galeote, Patricia Ruz y próximamente, de la creadora andaluza María Cabeza de Vaca. “Montamos muchas obras pero producciones grandes como Su Realismo hacemos una cada dos años. Suelen ser propuestas muy estéticas y visuales, generalmente para público familiar, y en este sentido son muy distintas a las de la compañía, donde manejan otros códigos y se aspira a tener el funcionamiento de cualquier agrupación profesional para público adulto”.
