ODA AL CUERPO
En única función, regresa mañana Gran Bolero a Teatros del Canal. Hablamos con Jesús Rubio Gamo sobre lo que ha significado este primer éxito, con el que ha escuchado ovaciones en todas partes....
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Texto_OMAR KHAN Fotos_CLAUDIA CÓRDOVA
Madrid, 10 de julio de 2020
Vuelve Gran Bolero a Teatros del Canal, de Madrid, donde se gestó y creció. Será el domingo 12 por la noche, en función única y en pleno proceso de recuperación de la actividad escénica de la ciudad, pero todavía en medio de la crisis del coronavirus. Así que las circunstancias son especiales. Para su autor, el joven creador madrileño Jesús Rubio Gamo, también será una función significativa. Hace un par de años estrenó aquí este trabajo obstinadamente minimalista con emoción, expectación y temor. Era su primera coreografía de gran formato, toda una prueba de fuego, y había contado con recursos que nunca imaginó para sí. Su pieza supuso una alianza inédita de coproducción entre el Canal y el Mercat de les Flors, de Barcelona, y reunió a una docena de bailarines, seis madrileños y seis catalanes.
Era un reto de envergadura para el creador, que hasta hace poco estaba convencido de que su camino estaba en una danza más experimental, radical y cerebral, donde no terminaba de encontrarse cómodo ni él ni el público.
El dueto Bolero, que estrenó en 2016, a partir de la celebérrima pieza de Ravel, le dio algunas claves de interés. Trabajó la repetición, la idea circular y experimentó con la resistencia física de sus dos bailarines. Tuvo éxito. Y entonces imaginó lo que podría ocurrir si aquello crecía, si Bolero se transmutaba en Gran Bolero. Y hacia allí dirigió sus esfuerzos.
“Creo que un aspecto favorable, en lo personal, fue que durante el proceso no había tiempo para divagar, había que construir, siempre poniendo el foco en los cuerpos para terminar creando la pieza a la manera de un artesano”. Fue un hallazgo para un artista que tenía tendencia a construir desde el intelecto, que llegaba al estudio con la pieza conceptualmente acabada. El proceso ahora se revertía y él se sentía fascinado. “He encontrado mi lugar”, dice hoy convencido. “Gran Bolero me ha abierto puertas que me llevan a un lugar coreográfico obviamente sustentado en lo compositivo”.
El éxito ha sido rotundo. Ovaciones ha escuchado desde la primera función. Durante los últimos dos años, Gran Bolero ha fascinado en Madrid, Barcelona y Valencia, pero también fuera de nuestras fronteras. Ha llamado la atención, ha ejercido fascinación. Ha triunfado. Y esa experiencia también ha sido nueva para Rubio Gamo, que desde sus tiempos de aprendizaje en The Place, legendaria casa londinense de la vanguardia, siempre se había movido por circuitos pequeños de audiencias pequeñas. “Hemos girado, he podido verla sin la ansiedad que supone el estreno. Aprendes, la revisas. Tuvimos oportunidad de llevarla a Ámsterdam o a Roma, siempre con los teatros llenos. Tuvimos encuentros con el público, que fueron muy enriquecedores”.
Él define Gran Bolero como una oda al movimiento y al cuerpo. Cabalgando sobre el crescendo de Ravel, la pieza avanza del orden al caos sin más recursos que esos doce cuerpos que giran y repiten gestos hasta que ya no hay fuerzas para mantener la rutina. El público cae en una espiral hipnótica, que termina generando emociones a pesar del contexto explícitamente frío. Con su original interpretación coreográfica de una pieza musical que ha seducido a coreógrafos a lo largo de las décadas, la creación despertó inquietudes que ahora su autor parece querer seguir explorando. De hecho, su nueva pieza Acciones sencillas, que se estrenará en Madrid el próximo año, es claramente una nueva vuelta a la misma tuerca.
“Me voy centrando en el cuerpo, solamente en el cuerpo, y voy investigando temas profundos y complejos que prescinden de la palabra, de medios y recursos. Solamente el cuerpo. Creo que en Gran Bolero no he llegado del todo a esa síntesis y es lo que me gustaría que ocurriera ahora con Acciones sencillas. Quiero llegar a hablar de cosas profundas únicamente por la vía del cuerpo”, concluye.