LA MUERTE DEL CAD
Cuestión de perspectiva. Para artistas y docentes el Centro Andaluz de Danza ha muerto pero para la Junta de Andalucía ha evolucionado. Analizamos el problema...
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Texto_OMAR KHAN
Madrid, 17 de junio de 2020
Hace ya días que viene circulando por Facebook una campaña bajo el lema “Sin formación no hay futuro. Centro Andaluz de Danza 1995-2020”, en la que un numeroso y relevante grupo de artistas y docentes, graban un vídeo en primera persona, en el que brevemente exponen sus experiencias y opiniones –todas favorables- acerca del Centro Andaluz de Danza (CAD). Rubén Olmo, Johan Inger, Natalia Jiménez, Yoshua Cienfuegos, Maribel Gallardo, Mario Bermúdez, Chevi Muraday, David Coria, Omar Meza y Baldo Ruiz son algunos de los nombres que figuran en la lista larga de artistas que lamentan la inminente desaparición del CAD.
Para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, ente rector de esta institución pública sevillana, sin embargo, no se trata de desaparición sino de evolución y transformación. Respondiendo a una vieja petición de la profesión en Andalucía, el gobierno regional pondrá en marcha desde septiembre el Centro Coreográfico Andaluz de Danza, que agrupará y fusionará varias instituciones, incluyendo el Ballet Flamenco de Andalucía, el Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía y por supuesto al CAD. Aunque no se ha hecho público de manera oficial, ha trascendido que tendrá conexión con los teatros de la Junta, habrá actividad artística y docente, se harían coproducciones y atendería a la investigación. Dicho así, conflicto no debería haber.
Pero la poca intención de comunicación y diálogo y, desde luego, las formas, son aquí el caldo de cultivo para la tensión. La campaña fúnebre del CAD está siendo auspiciada principalmente por el profesorado que, tras sacar el curso escolar en plena pandemia, se han enterado de que no hay previsión de retomarlo un nuevo año, aunque no tienen aún notificación oficial de ello. En principio, en septiembre ya no habrá CAD porque ha sido “transformado”. No solamente están perplejos y dolidos sino que se preguntan por qué no fueron invitados a participar en este proceso de cambio, cuando muchos de ellos, profesionales de gran valor, llevan años trabajando para el que ya ven como el difunto CAD.
Centro Coreográfico
El CAD, para muchos, debió haber sido desde siempre más un centro coreográfico que un centro de formación. Desde 1995, y tras muchos cambios en sus directrices, ha formado a un incontable número de intérpretes de nivel funcionado como una escuela de alto rendimiento pero se ha mantenido cerrado en ocasiones, y ha sido poco colaborador y distante con la danza en la ciudad, especialmente en su última etapa. Desde la Asociación de Profesionales de la Danza de Andalucía (PAD) y otra parte del sector se ha presentado un proyecto para que el CAD se aproximase más a la idea de un centro coreográfico que a un centro de formación, generando opiniones encontradas en el sector.
El nuevo organismo, pese a lo redundante, se llamará específicamente Centro Coreográfico Andaluz de Danza y aunque claramente apunta hacia ese objetivo, no tendrá la figura del director artístico. Y coincide en que también se ha gestado un poco de espaldas a la profesión, sin dialogar con el sector. Gracias a la insistencia, la PAD ha tenido acceso finalmente a un borrador del proyecto. El profesorado, sin embargo, ha sido inexplicablemente dejado al margen.
Probablemente muchos de estos resquemores y descontentos se hubiesen podido evitar. Bastaba crear una comisión especializada de expertos, convocar mesas de trabajo con artistas y gestores para diseñar el proyecto, abrirse al diálogo, hacer partícipe al plantel del actual CAD y generar consenso, hacer que la profesión sienta suyo el proyecto desde antes de nacer, que participe, que se sienta oída. Son los que saben, los que entienden, los que van a vivirlo día a día.
Este divorcio entre las instituciones y los artistas de la danza es de larga data en Andalucía. Y deberían intentar resolverlo. Por el bien de la danza.