Emociones
La mégére apprivoisée
Coreografía: Jean-Christophe Maillot
Grimaldi Forum (Mónaco)
30 de diciembre de 2017
Cuando Jean Christophe Maillot, director de Los Ballets de Montecarlo, fue invitado a Moscú para montar con el legendario Bolshoi su versión de La fierecilla domada, el gran reto para los bailarines rusos, tan acostumbrados a la ejecución técnica impecable, radicaba en asumir la intensidad emocional de los complejos personajes de Shakespeare, una exigencia irrenunciable para Maillot, que ha abordado siempre desde una perspectiva psicológica las obras de este dramaturgo británico por el que tiene gran debilidad (ya ha hecho Romeo y Julieta o Le Songe que, basada en Sueño de una noche de verano, se verá en mayo próximo en el Teatre El Liceu). El equipo ruso hizo esfuerzos notables y el resultado final se saldó con ovaciones del público. No obstante, el coreógrafo francés radicado en Mónaco ha optado por llevar, cuatro años más tarde, a los cuerpos de sus bailarines de Les Ballets de Montecarlo la misma versión, después de posponer una ambiciosa Coppelia que tenía en mente. Vista la nueva creación, en apariencia idéntica a la rusa, se constata que hay una dimensión humana en las creaciones de Maillot -uno de los pocos coreógrafos apegados a la narrativa que quedan-, que sus propios bailarines, que le conocen, que han vivido distintos procesos con él, son capaces de llevar a los límites, una capacidad que, ahora lo notamos, los rusos no terminaron de asimilar. Aciertan los monegascos, sin aspavientos deslumbrantes hay que admitir, en las proezas y exigencias técnicas, un virtuosismo aquí más acentuado quizá porque fue originalmente pensado para máquinas rusas, pero sobrepasan con creces al Bolshoi en capacidad narrativa, en fluidez dramática y en la elaboración de personajes plenos de humanidad, especialmente la pareja protagonista, cuya química se construye a partir de sus contrastadas personalidades. El humor, tan indispensable en Maillot, aparece más genuino y menos forzado. Los pasajes dramáticos parecen aquí más intensos. Con el revuelo mundial por los casos de abuso sexual, no parece un buen momento para La fierecilla domada, una obra con frecuencia tildada de machista, pero Maillot ha sabido convertir en algo casi caricaturesco este tinte, inclinándose más por la resistente historia de amor que subyace en estos dos personajes antagónicos. Lo que se reafirma, en última instancia, es que el coreógrafo francés construye sus obras más desde las emociones que desde la técnica. OMAR KHAN