RITUAL PAGANO
Emocionante versión de ‘La consagración de la primavera’ es la que Sasha Waltz & Guests está presentando hasta el próximo miércoles en el Teatre El Liceu. Fuimos a verla y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ BERND UHLIG
Barcelona, 08 de julio de 2024
No dejó de ser sorprendente que el mismísimo Teatro Mariinsky, de San Petersburgo, convocara en 2013 a la creadora alemana Sasha Waltz para que les montara una nueva versión de La consagración de la primavera, en la conmemoración de los cien años del estreno en París de aquella coreografía de Nijinsky, con música original de Igor Stravinsky. Lo curioso de esta pieza es que, perdido el original -que se representó en muy pocas ocasiones-, su trascendencia le vino por dos inspiraciones, dos versiones exitosísimas que, a su vez, se convirtieron en clásicos.
El punto de partida para todas es siempre el mismo: una aldea remota en tiempos ancestrales celebra un ritual pagano, en el que han de sacrificar a una doncella como ofrenda a los dioses para garantizar la cosecha. Pina Bausch, en 1976 la desplegó como un manifiesto feminista, en el que las aldeanas oponen resistencia, lo que convierte la escena en una batalla entre hombres y mujeres sobre barro mojado. Maurice Béjart, en 1959, en cambio, la había representado como un ritual de fertilidad, en el que se sacrificaba a una pareja y se ponía en primer plano la sumisión del colectivo frente a la magnitud de las fuerzas telúricas.
Estas dos creaciones están, de alguna manera, sembradas en el inconsciente colectivo, por lo que el intento de montar una nueva totalmente ajena esté probablemente llamado al fracaso. Waltz parece consciente de ello y optó por una salida muy inteligente. No reniega de las versiones existentes y las homenajea de manera muy obvia y directa. El vestido rojo que le ponen a La Elegida más que un guiño a Pina Bausch es una referencia y la fuerza del colectivo en trance remite directamente a la espectacularidad coral de Béjart.
Emergencia escénica
Solucionados así estos escollos, montó una versión nada desdeñable de la mítica creación con los bailarines rusos del Mariisnky. Y lo demostró el pasado sábado, cuando su compañía Sasha Waltz & Guests debutó con la reposición de esta pieza en el Teatre El Liceu, de Barcelona, donde estarán bailándola hasta este miércoles 10 de julio. En Sacre, que así se llama, prevalece la idea de ritual. La música funciona como un mandato y la coreografía cabalga siempre sobre la música, a veces en una danza obstinada y sincronizada y en ocasiones, totalmente caótica y desesperada, lo que otorga al escenario un ambiente de emergencia permanente.
Exalta, como Béjart, la conexión más primaria del hombre con la tierra, y su respeto, adoración y temor a las fuerzas telúricas representadas aquí por un montículo de gravilla. Se impone la fuerza y superioridad de la naturaleza frente a insignificancia del hombre. La escenificación in crescendo de toda esta angustia, desespero y miedo hacen de Sacre una velada tensa y fascinante a un tiempo. De forma gradual pero indetenible una espada gigante va descendiendo sobre los condenados, como si fuese un recordatorio de la sangre que exige ser derramada. Este eficaz truco escénico funciona casi como un deux-ex-machina y añade más tensión, si cabe, a la acción escénica, siempre evolucionando hasta el clímax, ese contundente, trágico y definitivo final.
Como preámbulo, la Sasha Waltz & Guests, ofreció dos creaciones breves y un poco intrascendentes, habría que decir. Por un lado, una descafeinada versión de La siesta de un fauno, también de Nijinsky, que cree que por tener al fauno y las ninfas completamente desnudos, automáticamente la convierte en una versión más atrevida y sexual, cosa que no es cierta. Y un extracto de su Romeo y Julieta, un dueto un poco largo, de su creación estrenada, a su vez, para el Ballet de la Ópera de París. El equipo de bailarines de Sasha Waltz, eso sí, mostró destreza, fuerza, coherencia y resistencia en todas sus intervenciones.