LIBERADA
El pre-estreno de 'Insaciable', la nueva creación de Lucía Álvarez “La Piñona” tuvo lugar anoche en los Teatros del Canal, antes de su premier en La Bienal de Flamenco. Allí estuvimos y esto es lo que nos pareció...
Texto JUDIT GALLART Foto_PABLO LORENTE
Madrid, 7 de septiembre de 2022
Creada en residencia artística con el Centro Coreográfico Canal y bajo la dirección de Rafael Estévez y Valeriano Paños, Insaciable, la última pieza de Lucía Álvarez “La Piñona” vio la luz por primera vez anoche en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Con un estreno absoluto programado para el próximo 21 de septiembre en la Bienal de Sevilla, Insaciable ha supuesto el resultado de un largo camino de exploración personal en el que la bailaora deja al descubierto sus vulnerabilidades, deseos y pasiones.
En un escenario cargado de tensión, rodeado de un juego de luces incansable donde destacan todo tipo de tonalidades y en el que tres cantaores (Jesús Corbacho, José “El Pechuguita” y Matías López “El Mati”) y un guitarrista (Ramón Amador) deambulan a su antojo, dos figuras se descubren la una a la otra dispuestas a desafiarse. Un tira y afloja constante protagonizado por dos cuerpos que se funden en un abrazo en el que cada uno aspira a traspasar al otro para posteriormente iniciar una danza en la que resulta imposible observarlos sin un punto de unión común.
Arropada por un “ole” constante por parte de su público, La Piñona se introduce en una danza sexual, no sensual como se acostumbra a encontrar; que parece estar dispuesta a romper con los tabús hasta ahora observados en el flamenco. Su “Farruca de la Libido” tiende a buscar incluir a La Piñona en esta nueva generación de bailaoras que son capaces de atender y transmitir el clima de la era contribuyendo a que el arte no permanezca desvinculado de la realidad social en la que se encuentra.
Un toreo entre pares, caricias de luz y un más que vitoreado Jonatan Miró son atravesados por las afiladas manos de la bailaora en lo que parece un intento por cercenar la constante tensión que se respira en el ambiente. Dispuesta a destapar todas sus caras, sus luces y sus sombras, La Piñona se abre en canal empapándose literalmente en su éxito a través de lo que parece un más que sincero destape emocional. Anhela ser libre y lo grita a los cuatro vientos, micrófono en mano, para después repetir a los allí presentes, o tal vez a sí misma, un insaciable “no puedo parar, no voy a parar”. ¡Y que no lo haga! Porque esta mujer empoderada que logró conquistar a los asistentes durante la noche de ayer, fue capaz de reconvertir la escena en todo un jolgorio en el que incluso músicos y cantaores llegaron a ser bailaores por una noche. Se acepta, se relaja, disfruta, y eso el público lo percibe, en lo que parece ser un nuevo nacimiento, con bautismo incluido, por parte de Lucía Álvarez “La Piñona”.