DELTEBRE SACUDE AL MUNDO (O POR LO MENOS, LO INTENTA)
Ha arrancado con más fuerza que nunca la XIX edición del Festival Deltebre Dansa que este año vuelve a montar su popular carpa de circo a orillas del río Ebro. Hablamos con su director, Roberto Oliván...
Texto_JUDIT GALLART
Deltebre, 13 de julio de 2024
El pasado 8 de julio (extendiéndose hasta el 21) ha arrancado con más fuerza que nunca la XIX edición del Festival Deltebre Dansa que este año vuelve a montar su popular carpa de circo a orillas del río Ebro bajo el lema Hit the floor, shake the world / Golpea el suelo, sacude al mundo. “El lema de este año tiene que ver un poco con la idea de que debemos ser gente proactiva ante las realidades que estamos viviendo. Sabemos que la cultura está sufriendo y creo que es importante darle más fuerza al valor humano, a la calidez que se vive aquí en Deltebre”, nos cuenta Roberto Oliván, director y fundador de este festival.
Una edición cargada de novedades como la introducción de talleres de danzas africanas de Guinea, la ampliación de sus cursos de iniciación, algo propiciado por el deseo de animar cada vez a más personas de todas las edades a introducirse en la danza; o, muy especialmente, la colaboración surgida entre Deltebre Dansa y Eufònic, el Festival de artes sonoras, visuales y digital-performativas que tiene lugar en Terres de l´Ebre.
“Cuando empecé con el festival no había tanta oferta, ahora hay mucha. Y uno de los festivales que ha logrado solidez es el Eufònic. Hemos coincidido esta vez en tiempo y espacio, y queríamos provocar un encuentro. Queríamos que trajeran la parte de su esencia de artes visuales, música electrónica y que desde la nuestra aportáramos la danza. Lo que va a ocurrir es un encuentro, una improvisación. No va a estar preparada excepto la parte de la música y las visuales,pero los artistas nunca se han encontrado en directo. Y eso me parece genial. Me gustaría que esto pudiera influenciar al pensamiento de las redes de festivales que están en el sur de Cataluña para que entendamos que fusionarnos y hacer colaboraciones es muy positivo”, afirma el coreógrafo, bailarín y gestor catalán, antiguo componente de la compañía belga Rosas.
Son días de mucha intensidad en Deltebre y es que los participantes comienzan desde la mañana con talleres únicamente interrumpidos a la hora del almuerzo y que este año serán ofrecidos por personalidades ya recurrentes en el Festival como Lali Ayguadé, Akram Khan, Rakesh Sukesh o Wim Vandekeybus, pero también por reconocidos artistas de todo el mundo entre los que se incluyen Martin Kilvady, Lucija Romanova, Milan Herich, Anton Lachky, Peter Jasko, Egina Alcaide, Alleyne Dance, Kiley Dolaway, Estefania Dondi, Clémentine Télésfort, Lisard Tranis, Lu Gómez o Tom Pollard. Entre participantes, profesores, intérpretes y público local, son muchas las personas que se mueven, nunca mejor dicho, a lo largo y ancho del festival, algo que ha hecho reflexionar profundamente a su director que observa con preocupación el actual panorama cultural no solo en nuestro país.

¿Vuelve la crisis?
“Algo está pasando y está volviendo a ser difícil sobrevivir en el arte. Aquí en el festival hay visitas de cerca de 50 nacionalidades, y hablando con una chica sueca, con gente de México, de Venezuela, de Bélgica, todo el mundo está diciendo que las cosas están difíciles. Volvemos a entrar en una etapa que no es la más gloriosa de la historia de la danza ni de la cultura. Sabemos que esto también se refleja a nivel político, están saliendo movimientos políticos que están claramente en contra del progreso del ser humano. Entonces, más que nunca, a mí me entran ganas de luchar por lo que hacemos, pero me da pena que la gente no pueda ser capaz de vivirlo naturalmente sin tener que coger las armas para defenderlo”, reflexiona Oliván, que mira con curiosidad a las nuevas generaciones de bailarines.
“Tengo una necesidad vital por entender a la nueva generación porque es diferente a cuando yo tenía 20 años y teníamos claro por qué bailábamos, para qué bailábamos y hacia dónde íbamos. Los motivos y el formato final hacia donde van ahora son muy diferentes, pero no creo que estén totalmente definidos. Hay como un pequeño vacío y estamos todo el mundo como curioseando a ver hacia dónde va. Y yo quisiera entenderlo un poquito más para poder ajustarlo desde nuestra esencia como festival sin perder lo que creemos, que es importante, y adaptarnos a lo que será el futuro de las artes escénicas”.
Y mientras Deltebre Dansa ha quedado establecido como el hijo predilecto del coreógrafo, su hermano pequeño, el Festival Arteria Tortosa se desarrolla paralelamente desde hace tres años. Aunque no es ni mucho menos el único frente abierto para Oliván. “Estoy en un proyecto creativo colaborando con una institución italiana llamada Fábrica Europa. Yo soy invitado desde la coreografía y hay un tercer país involucrado que es Cuba. Hicimos un viaje desde La Habana hasta Guantánamo, íbamos pasando por lugares que nos aconsejaban que deberíamos ir a visitar. Así fuimos a ver a la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, la Compañía Nacional de Folklore, pequeñas compañías, otras más establecidas, escuelas, y el talento es absolutamente brutal. Escogimos a una bailarina y a un músico que vendrán a España y haremos un proyecto conjuntamente con Fábrica Europa, en Florencia. Luego haremos espectáculos en Cuenca y, como no, alguna residencia de espectáculos aquí en L´Obrador, este espacio de creación artística que creamos en Deltebre también en 2016”.
Por lo pronto, toda su energía está concentrada en esta nueva edición de Deltebre Dansa, festival al que aún le quedan por delante ocho jornadas intensas, que ocupa los días con los talleres, que son el fuerte de este evento muy apreciado por bailarines de todo el mundo, y las noches con sus espectáculos en su ya célebre carpa, que reúne a compañías que, como la suya, tienen carácter plural y multidisciplinar, cruzando danza, circo, teatro físico, artes vivas y experimentales.






