10 AÑOS DE 180
Sin apenas darse cuenta, Iker Karrera y Fernando Lázaro han llegado a una década con su proyecto, una escuela de danza en Madrid con visión en lo que respecta a la formación de bailarines. Fuimos a verlos y esto nos contaron…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JACOBO MEDRANO
Madrid, 30 de octubre de 2023
En la acogedora oficina que ocupan Iker Karrera (en la foto) y Fernando Lázaro en el número 45 de la madrileña calle Cea Barmúdez, se lee “Se nos va de manos”. Es un recordatorio del cuidado, la cautela y prudencia que han tenido -y quieren conservar- con respecto a Danza 180, su proyecto común, ese centro de enseñanza de danza que justo ahora hace diez años arrancó tímido en Crabanchel. “Empezamos a crecer y veíamos que se nos iba de las manos. Teníamos en la cabeza la máxima de que si creces te arruinas. Pero después de un año, empezamos a necesitar más espacio y fue cuando entonces nos vinimos aquí”, rememora Lázaro. “No teníamos intenciones de una escuela ni nada grande. Comenzamos con unas clases que poco a poco fueron creciendo en demanda”, interviene Karrera, que comparte la dirección del centro con su compañero de aventura.
Vivimos vertiginosamente y hace diez años nada era como es ahora en la enseñanza de la danza. Karrera y Lázaro, que se conocieron dando clases, a su modo visionarios, entendieron la hibridación de la danza en los escenarios, los cambios que se producían y vislumbraron muchas de las necesidades e innovaciones que ello exigía en el terreno de la enseñanza.
“La novedad para nosotros era poder combinar clases, que hubiese un poco de todo: clásico, contemporáneo, jazz… pero no en itinerarios cerrados sino combinados, con profesores rotativos cada tres meses que no fueran fijos. Hoy eso ya no es nada novedoso, pero hace diez años lo era”, opina Fernando Lázaro, que traía como aval haber llevado durante cuatro años la jefatura de estudios de la Escuela Scaena, de Carmen Roche.
Karrera, en cambio, combina la vida docente con la profesional. Ahora mismo se declara feliz de sus incursiones en el musical, pues tiene dos en cartel simultáneamente, donde ha sido autor de las coreografías: Mamma mia y la recién estrenada The Book of Mormon, al tiempo que prosigue avanzando en su propia trayectoria como coreógrafo, con estreno de nueva pieza programada en el Centro Cultural Condeduque para abril del año próximo.
Un local histórico
Cuando Karrera y Lázaro (en la foto dando clase) dejaron Carabanchel, se acomodaron en el local que hoy ocupan, que ya tenía tradición de danza. No solamente seguía funcionando la histórica escuela de Pilar Duque sino que ese local había sido sede del hoy extinto Ballet del Mediterráneo de Fernando Bujones, había alojado a la Asociación de Profesionales de la Danza y había albergado a numerosas compañías pequeñas. En principio hubo una convivencia de la tradicional Escuela Duque y Danza 180, más inclinada hacia el contemporáneo y la formación integral del bailarín de hoy.
“Al principio la gente lo veía raro, porque éramos una escuela dentro de otra, cuando en realidad lo que hacíamos era compartir el espacio”, relata Karrera. “Estábamos de alquiler. No teníamos un cartel en la puerta que nos anunciara y creaba confusión, pero atendíamos públicos con intereses diferentes. Nosotros estábamos más enfocados a adultos"
El covid nos quitó muchas cosas y un de ellas fue la Escuela Duque, que dejó de funcionar tras muchos años por decisión de su directora Pilar Duque, que ahora sigue ejerciendo la docencia en 180, que desde entonces ocupa el local de forma permanente. Aquí se vive todo el día la ebullición, el trasiego y efervescencia de una escuela de danza. Aunque el cartel 180, ahora sí, se lee en la puerta, lo que le delata es la presencia intermitente esos chicos sudados, inequívocos bailarines con mallas y zapatillas, fumando y charlando distendidos en la puerta.
A lo largo de esta década, el centro se ha convertido en una referencia de la danza en la capital, hoy ya plenamente conocido -y reconocido- en el medio profesional. Danza 180 es un pulpo de cuatro tentáculos: 180Kids, 180Open, 180Pro y 180Lab. El primero es tal vez la reminiscencia y huella que queda de la Escuela Duque, dando espacio a los más pequeños para que exploren y desarrollen su creatividad y lado artístico. Open es el segmento de la danza sin restricciones para todos, el área del disfrute de bailar y la diversión que procura, con distintas opciones para todos los públicos. En cambio Pro, es el proyecto de formación profesional en danza moderna, contemporánea y jazz, al que acuden estudiantes que han optado por la danza como elección de vida.
180Lab es muy especial para Karrera y Lázaro. Es su conexión con el mundo profesional. Se trata de una plataforma que intenta aproximar a los estudiantes que han culminado Pro (y también a externos interesados) a una experiencia laboral. Se viven procesos de creación con coreógrafos profesionales, hay estreno y, sueñan, con que a futuro haya giras. Para creadores emergentes es también una oportunidad, quizá única, de poder montar trabajos con un número considerable de bailarines, por lo que la experiencia resulta estimulante y enriquecedora en ambos sentidos. Poliana Lima, La Imperfecta, Led Silhouette o Guido Sarli, entre otros, han creado trabajos para 180Lab.
“Son procesos cercanos al día a día de una compañía. Hasta ahora no hemos podido mover las producciones, aunque sabemos que girar con las piezas es un elemento importante del proceso, pero vamos con cautela”, nos dice Fernando Lázaro, sentado justo debajo de ese cartel de su oficina, que advierte “Se nos va de las manos”.
