LO QUE LORCA VIO
Triunfó anoche el Ballet Flamenco de Andalucía en el Teatro Victoria Eugenia, dentro de La Quincena Musical de San Sebastián, con 'El maleficio de la mariposa'. Allí estuvimos y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN Fotos_IÑIGO IBÁÑEZ / QUINCENA MUSICAL
San Sebastián, 18 de agosto de 2022
Conocida es la afinidad de García Lorca con la danza. Se ha estudiado y hablado mucho de ello. Pero investigar -también suponer, sospechar y deducir- qué danza vieron en vida aquellos ojos de poeta, hay que admitir que supone un punto de partida bastante original e ingenioso para montar un espectáculo. Se le ocurrió así a la coreógrafa Úrsula López que, sobre esa idea, orquestó su propuesta El maleficio de la mariposa para el Ballet Flamenco de Andalucía, agrupación de la que es directora artística. Que era una buena idea lo pareció confirmar la entusiasta respuesta del público que llenó anoche el Teatro Victoria Eugenia, en la que ha sido una de las apuestas más relevantes de danza este año de la Quincena Musical de San Sebastián, evento que cumple 83 años de presencia escénica.
López, que ha contado con la colaboración de Pedro G. Romero, dramaturgo habitual de Israel Galván, ha decidido ser obsesivamente fiel y cuidadosa en la fidedigna representación de esas danzas pero tremendamente libre, creativa y actual en todos los demás aspectos de la puesta en escena (trajes, decorados, iluminación, dramaturgia), una inteligente decisión con la que ha evadido el espectáculo-reconstrucción, que hubiese sido más bien incoherente y aburrido, y le ha frenado a la hora de una reinvención total, que podía salirle genial –o no- pero seguramente poco fiel y rigurosa a esos originales. Con su opción ha conseguido un espectáculo que responde a los estándares, sensibilidad y estética de nuestro momento pero que tiene un sólido y aunténtico asidero al respetar aquellas coreografías. Tampoco es homenaje ni añoranza. Es más bien una evocación desde nuestros días a otros tiempos y otras danzas.
De tú a tú
Ceñirse al supuesto de la danza que Lorca pudo ver estando vivo, la enmarca en un contexto muy definido ubicado en el efervescente surgimiento de las primeras vanguardias del siglo XX, desde la modern dance norteamericana y Los Ballets Rusos hasta el cubismo y el surrealismo, pero tampoco ignora las señales y referentes de un flamenco, muy español y muy rebelde, que ya luchaba por desprenderse de su naturaleza folclórica con artistas como La Argentina o La Argentinita, tan cercanas al poeta granadino. Este aspecto tiene gran relevancia en la propuesta y a la postre, es su esencia, porque la coreografía, dispuesta en tres escenas y nueve cuadros, se esfuerza por colocar siempre en diálogo de tú a tú, y a la misma altura, a la incipiente danza contemporánea y el flamenco.
Dos momentos –de los mejores de la velada- son ejemplares de sus modos. Los trajes vaporosos y ondeantes de la legendaria Danza serpentina, de Loïe Fuller, le terminan sirviendo de simulación de los fuegos fatuos, de El amor brujo, de Falla, en un enlace a priori atrevido pero que termina siendo eficaz e ingenioso, y hacia el final, hace un tránsito que parece natural desde la hierática Martha Graham, de Deep Song, hacia la Seguiriya, de Pilar López, tratándolas como un continuo, sin necesidad de alterarlas, como si fuesen una misma coreografía.
El maleficio de la mariposa, que no es una adaptación de la obra homónima de Lorca (la primera de sus piezas teatrales, que por cierto conoció la incomprensión y el fracaso), está llena de estas referencias y hallazgos creativos. Su puesta en escena, sobria y festiva a un tiempo, es impecable. Los músicos en directo (impresionante arranque con un cantaor en un uno de los balcones del Victoria Eugenia) y el elenco del Ballet Flamenco de Andalucía lucen compactos, compenetrados y comprometidos con una propuesta que obliga a sus bailarines a transitar (con éxito) exigentes y muy diferentes formas y estilos de danza. Generosa, Úrsula López, ha cedido también un momento protagonista a todos y cada uno. Y ellos han sabido responderle y estar a la altura de los retos.