CUERPO DOBLE
‘Cossoc’ es un dueto que se desarrolla sobre una alfombra. Magí Serra y Anamaria Klajnšček lo bailan como si fueran uno. Hoy y mañana en el Mercat de les Flors, dentro del ciclo Circ d’Ara Mateix. Lee más…
Texto_ JORDI SORA I DOMENJÓ Foto_NORA BAYLACH
Barcelona, 21 de mayo de 2022
Se conocieron hace cuatro años trabajando para Roser López Espinosa. Con distintos estilos, lenguajes, condiciones físicas y perspectivas sobre la danza. Quizás por eso se entendieron tan bien, como para lanzarse a una aventura juntos: ¿en qué consiste eso tan complejo llamado “tener una relación entre dos”? Aquí da igual del tipo que sea: basta con que se entremezclen afecto y mucho respeto. Y así es cómo surgió Cossoc, ese dueto que Magí Serra y Anamaria Klajnšček siguen girando con éxito, recalando hoy y mañana en el Mercat de les Flors, dentro del ciclo Cir d’Ara Mateix.
La palabra en catalán “cos” se traduce por cuerpo. En el título aparece una segunda vez, escrita en orden inverso. También significa en otras acepciones no tan usadas: juegos a caballo; punta de aguja por la que se introduce un hilo para coser; y hasta solar o patio delimitado, de unos cinco metros. Todas ellas nos sirven en algún punto para describir esta producción.
Las premisas iniciales fueron bastante sencillas: se trata de una pieza para espacios exteriores singulares y siempre en contacto físico. Pero de hecho, ocupan solo una porción bien concreta, sobre una alfombra redonda: dibujan así una línea infinita que determina el espacio de posibilidad. Allí dentro se relacionan hasta el final del espectáculo. Siempre unidos por un fino cordón, que es la fibra de lo invisible. Es el apego, la afección, el cariño, en su forma substancial más robusta. Contactan y se instalan uno sobre el otro; colgándose sobre la espalda, a caballito, entremezclados con manos, brazos y piernas; dibujando un cuerpo desdoblado, convertido en unidad para la ocasión. Indistinta fisicalidad, idéntica capacidad de apoyo y energía de los dos. En ese sentido, el género no importa nada, contrariamente a lo que suele suceder en este tipo de coreografías.
Invitan de este modo a la contemplación. Relajada, interiorizada, atenta. No hay grandes circunstancias que dispersen de su intención: es un retrato milimétrico del movimiento. Pero una mirada instantánea de lo que nunca es estable. Es la gran causa de todos los encuentros: cuando dos se proyectan a través de la comunicación más íntima y personal. En eso consiste el riesgo: en mantenerse y no caer. Y lo hacen con un despliegue excelente de tensiones, aproximaciones y liberaciones entre ambos. Siempre en la delgada línea del abordaje; como en la difícil proeza de la individuación. Porque aún siendo dos, y en esas conexiones tan fuertes que dibujan, la imagen siempre deja ver que persisten en la voluntad humana de obrar ese milagro juntos, sin renunciar nunca a su diferencia.