DANZA DE DANZAS
De mezclar géneros y tendencias, el innovador creador portugués Marco Da Silva Ferreira ha hecho su estilo. Su explosiva creación Carcaça, inclasificable e inclusiva, llega hoy al Teatro Central de Sevilla. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JOSÉ JORDÁ / JOSE CALDEIRA
Madrid, 23 de febrero de 2024
Si alguien tuviera curiosidad de saber por dónde van los tiros en la danza de nuestros días debería pasarse esta noche y mañana por el Teatro Central, de Sevilla, donde el creador portugués de moda, Marco Da Silva Ferreira, presenta su sorprendente creación Carcaça, que ya escuchó ovaciones en su paso por el Mercat de les Flors, de Barcelona, y el Festival Dansa València el año pasado. Y es que esta coreografía galopante, estridente, desprejuiciada e inclasificable responde, tanto en forma como en fondo, a ciertas constantes que son comunes a la danza contemporánea tenida por innovadora en la Europa de hoy.
Marcada por el eclecticismo, despojada de los usos tradicionales y en absoluto preocupada por la belleza en términos convencionales, Carcaça trae un marcado sello inclusivo, signo y señal de nuestro tiempo, que renuncia al bailarín estándar y estereotipado, para en acto de justicia democratizar el escenario, dando espacio, cabida y crédito a todo tipo de cuerpos, edades, rasgos y culturas en una propuesta que, en este sentido, parece hermanada con otro éxito reciente: Any attempt will end in crushed bodies and shattered bones, la sorprendente propuesta de Jan Martens, ya vista con éxito en este Teatro Central, y que visitará Matadero, de Madrid, en mayo próximo.
En cuanto a la danza, la coreografía de Da Silva mezcla estilos con total libertad, no discrimina ninguna forma de danza y presta atención especial al folclor y las danzas tradicionales, alineándose con las obras que hoy conforman el boom que está experimentando el neofolk.
Mestizaje, hibridación, contaminación… son términos que encajan en el estilo de estilos que Da Silva Ferreira ha construido para sus bailarines, una decena de cuerpos nada uniformes ni convencionales (incluidos intérpretes con alguna discapacidad y una bailarina que, al menos cuando bailaron en Valencia, estaba embarazada), de distintos tamaños, colores, alturas, culturas y grosores, que no para de moverse de una forma enérgica y peculiar que parece salir de una batidora en la que se ha metido todo lo imaginable: contemporáneo, hip hop, samba, folclor, popping, pantsula, jota, danza africana o salsa, conformando con todo eso y más, un lenguaje que de tanta mezcla resulta original y único.
¡On fire!
Tiene aires de hazaña conseguir mantener una coreografía on fire todo el rato. Carcaça empieza en la cresta, sin preliminares ni crescendo, y allí se queda hasta que termina, una hora y cuarto más tarde. El desafío es superlativo para el equipo, que no solamente derrocha energía y virtuosismo sino que demuestra una resistencia física que mueve al asombro. Y es reto también para el espectador, al que, a su vez, se le exige resistencia a los excesos. En algún sentido abrumadora, la de Da Silva es coreografía que no da tregua ni respiro.
Con la contribución de una iluminación impecable, elegante y espectacular, pero sobre todo, de esa música en directo de estruendos, batucada y percusiones de João Pais Filipi con las intervenciones electrónicas de Luis Pestana, Da Silva construye una obra tremendamente realista, no en el sentido convencional del término, sino como reflejo del mundo mestizo, globalizado, diversificado, plural y politizado (gran momento de canción protesta) que nos ha tocado vivir.
Ex breaker, ex bailarín de Hofesh Schechter y Tiago Guedes y ex artista asociado al Teatro Municipal de Porto, que le produjo Carcaça, justamente cuando Guedes [hoy al frente de la Bienal de Danza de Lyon], era director artístico del coliseo portugués, Marco Da Silva Ferreira encabeza la lista de coreógrafos innovadores que hay que ver. La entusiasta recepción de Carcaça, allí donde llega, son su principal aval.
