JOAQUÍN DE LUZ CERRÓ ATLÉTICO SU CICLO CON LA CND
Con Petit y Bigozentti se despidió anoche de la dirección artística del ente público. Fuimos a verlo en Teatros del Canal y esto nos ha parecido…
Texto_JUDIT GALLART Fotos_ALBA MURIEL
Madrid, 19 de abril de 2024
Con todas las entradas agotadas y un prometedor programa, la Compañía Nacional de Danza (CND) regresó anoche a los madrileños Teatros del Canal con el que es el último estreno de la agrupación a manos de su todavía director Joaquín de Luz, a quien el Ministerio ha decidido no renovar una vez que concluya en agosto el contrato que firmó hace casi cinco años. Tres fueron las obras presentadas ante un pletórico público que no dudó en trasmitir su entusiasmo en forma de vítores y fervientes aplausos: Heatscape, Le Jeune Homme et la Mort y Cantata. Las dos piezas más vibrantes de la noche, sin duda las encargadas de inaugurar y concluir la velada.
Con Cantata, estrenada en 2001 bajo la firma de Mauro Bigonzetti, la CND nos desliza hacia un viaje emocional en busca de la esencia y el corazón de las gentes del Mediterráneo en una coreografía cargada de calidez, vitalidad y desparpajo. Con los pies al desnudo y las melenas liberadas, la agrupación se desenvuelve en un clima de fraternidad con la predisposición de entonar coralmente en italiano justo antes de adentrarse en una corografía salvaje y desenfadada, cargada de movimientos espasmódicos y alegres.
El único no-estreno de la noche fue Heatscape, del genio coreográfico Justin Peck, con quien de Luz compartiría filas durante sus años como intérprete en el más que aclamado New York City Ballet y del que ahora Peck es coreógrafo residente. Una obra fresca, dinámica, como viene siendo habitual en el trabajo de este creador obcecado con mantener alerta el ojo del espectador en todo momento y en la que la técnica clásica dialoga libremente con el arte urbano de guerrilla.
Se trata de una coreografía cuanto menos exigente, en parte por la vertiginosidad y el dinamismo que domina a cada uno de los movimientos que la componen y cuyo reto ya fue afrontado por la agrupación con su programa América.
Atletismo
Pero hay claras diferencias entre la función de anoche y las del momento del estreno hace un año, y es que posiblemente nos encontramos ante el momento de mayor rigurosidad y dominio técnico por parte de la compañía madrileña. Son limpios, precisos, virtuosos incluso, absolutamente capaces de ejecutar las sucesiones de pasos más arriesgadas y presurosas con una coordinación inesperada.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo de su faceta interpretativa después de presenciar Le Jeune Homme et la Mort. Creada por Roland Petit en 1946 y remontada en esta ocasión por el maestro Luigi Bonino, sin duda alguna encuentra en su teatralidad y dramatismo las cualidades que más dificultan su éxito en escena y a la que la forzada interpretación de Yanier Gómez Noda, junto a su compañera Yaman Kelement, no logró hacer justicia, resultando cuanto menos vacía. Es digno de mención el nivel técnico al que Joaquín de Luz ha logrado situar a la CND pero los bailarines, en tanto que artistas, son algo más que atletas y perfectos ejecutantes que deben buscar expandirse más allá del trabajo físico y llegar a una emotividad que, tristemente, no pudimos ver anoche en el teatro de la calle Cea Bermúdez.
