SOMATOFOBIA
Tras ‘Oro negro’, la ascendente creadora Poliana Lima estrena hoy en Dansa Metroplitana y el jueves en Condeduque ‘The Common Ground’, donde saca monstruos del alma. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Foto_JOSÉ JORDÁ
Madrid, 17 de marzo de 2024
Poliana Lima alterna solos y piezas grupales. Cada unipersonal parece un laboratorio en cuerpo propio donde aparece el germen de su próxima pieza coral, que no es una copia ni un remedo agrandado, y en la que, por lo general, ya no participa como bailarina. En su cabeza, ahora mismo, va tomando forma una trilogía, que empezó –con muy buen pie- en su estremecedor unipersonal (aún cuando iba acompañada de un personaje enigmático y silente) Oro negro y que culminará todavía no sabe cuando, con Carnaval. La pieza entre medias, The Common ground (El denominador común), desvelará la ferocidad de sus monstruos esta misma tarde en el Teatre Principal de Terrassa, en el marco del Festival Dansa Metropolitana, de Baarcelona, y el próximo jueves (con función adicional el viernes) en el Centro Cultural Condeduque, de Madrid.
“Yo estoy agradecida de todas mis piezas”, asegura convencida la coreógrafa brasilera, “pero siento que hay algunas que son puntos de inflexión. Atávico fue un impulso inicial, coincidía que se conjugaban un conjunto de factores que fueron determinantes en mi obra posterior y con Oro negro [en la foto] ha vuelto a ocurrir, es una suerte de alquimia de los elementos”.
Y es que, fiel a su ecuación, en Oro negro asomó sus dientes deformados y sus ojos ennegrecidos un monstruo surgido de sus propias reflexiones y fantasmas internos, que ahora se le han desatado en muchos para su nueva creación grupal, que arrancará desde la singularidad de cada uno de los bailarines, seis intérpretes con distintas fisicalidades y orígenes étnicos y culturales. “El solo desarrolló algo que no estaba en mis primeros apuntes, una clave entre la ficción y lo fantástico, una fantasmagoría –de dientes y lentillas- algo de criatura demonizada que ahora empiezo a sentir como necesidad creativa”, nos confiesa la coreógrafa, que reside en Madrid desde hace años.
Pero no se trata del terror de las películas sobrenaturales o demoníacas, del miedo y los golpes de efecto sino de algo más humano, aunque no por ello menos inquietante. Sintió que, casi por su cuenta, en Oro negro apreció la necesidad de desplegar “una dimensión onírica y fantasmagórica, que tuviera algo de rareza y de ritual, que me empujaba a que mi interpretación no estuviera en clave naturalista ni cotidiana”.
Y ella lo ha interpretado como una invitación a desarrollarlo ahora en The Common Ground. “Cómo se construye un cuerpo monstruoso tiene que ver mucho con la relación de occidente con la otredad y con la percepción propia del cuerpo. Lo relaciono a la somatofobia que Elizabeth Grosz define como la fobia a nuestra propia carne, a nuestras partes blandas, a que somos blandos, vulnerables y perecederos. ¿Qué es lo que nos da miedo? ¿Es la lengua, lo negro, la mujer, el sexo?”, se pregunta a sí misma y nos preguntará a nosotros desde esta tarde.
