VUELA LA SÍLFIDE POR LA ZARZUELA
Estrena mañana Joaquín de Luz con la Compañía Nacional de Danza (CND) esta coreografía emblemática del Romanticismo, en el Teatro de La Zarzuela. Recordamos la importancia de este título…
Texto_ALBA ANZOLA Foto_ALBA MURIEL
Madrid, 06 de diciembre de 2023
En su gestión al frente de la Compañía Nacional de Danza (CND), su director artístico Joaquín de Luz, parece empeñado en ahondar en el Romanticismo y, después de versionar Giselle, aborda ahora La Sylphide con total fidelidad a August Bournonville, en un montaje que la agrupación nacional estrena mañana en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid, con funciones previstas hasta el próximo 17 de diciembre, antes de su primera gira al Teatro de La Maestranza, de Sevilla, donde se verá del 11 al 13 de enero del año entrante.
Para la ocasión, han confiado a la norteamericana Yaman Kelemet, solista en la CND desde el año pasado, el rol de este espíritu travieso, que es uno de los más codiciados y difíciles del repertorio académico, no tanto por el virtuosismo como por el carácter delicado, efímero y seductor pero también siniestro y volátil, de un personaje fantástico, a medio camino entre el bien y el mal.
Una sílfide es un grácil ser alado, un espíritu femenino etéreo y encantador, que suele enamorarse de los humanos, generalmente con consecuencias catastróficas. Una sílfide, justamente, es la que se interpone entre el joven escocés James y su prometida Effie, en La Sylphide, el que se considera el ballet más emblemático del Romanticismo, aunque el más conocido y difundido sea Giselle.
Aún cuando fue creado por Filippo Taglioni, es la versión de Bournonville, estrenada en Copenhague en 1836, la que se ha convertido en un clásico, un título querido por el público y tan fundamental para la profesión que ha convertido la palabra sílfide en un sustantivo que designa a un tipo muy específico de bailarina delicada y ligera.
La Sylphide es además representativa de la escuela danesa de ballet, caracterizada justamente por la ligereza y delicadeza en las formas. Su residencia oficial sigue siendo el Royal Danish Ballet, que la mantiene como su buque insignia, aunque montajes memorables han crecido fuera de Dinamarca, destacando las versiones de compañías de envergadura como el Ballet de la Ópera de París, el Royal Ballet de Londres o el ABT norteamericano. No casualmente han brillado interpretando a La Sylphide a lo largo de las décadas las bailarinas consideradas más líricas y ligeras como María Taglioni, Carlotta Grisi, Anna Pavlova, Margot Fonteyn o Alicia Markova.
Madrid ha sido una ciudad siempre rendida a sus encantos. Se estrenó aquí en 1842 y fue el primer ballet exitoso que se vio en la capital, alternando sus representaciones por distintas compañías en el Teatro del Príncipe y el antiguo Teatro del Circo. Ahora, en el Teatro de La Zarzuela desde esta noche, se reafirma tal fascinación.