EL RETORNO DE JOSEF NADJ
Pionero y referente de la danza francesa durante los años 80, Josef Nadj regresa después de muchos años a España para estrenar ‘Omma’ mañana en el Festival Sagunt a Escena. Hablamos con él de esta pieza y de su larga trayectoria…
Texto_JUDIT GALLART Fotos_SOPHIE CARLES
Madrid, 23 de agosto de 2023
Consagrado como un referente de la danza francesa de los años 80, el coreógrafo, bailarín, fotógrafo y artista visual de origen yugoslavo (actual Serbia), Josef Nadj (Kanjiža, 1957), se prepara para el estreno en nuestro país de la que, hasta el momento, representa su última creación dancística, Omma, un trabajo donde el intercambio y la transmisión cobran un papel esencial en una búsqueda coreográfica en los orígenes al tiempo que profundiza en torno a las fuentes iniciales de la danza.
Subió el telón por primera vez en 2021 en el Grand Théâtre des Théâtres (Luxemburgo) y, ahora, volverá a cobrar vida la noche de mañana el marco de la 40 edición de Sagunt a Escena ofreciendo su acercamiento a la cultura negra africana desde los parámetros de la danza,con un equipo masculino íntegramente africano.
Con un repertorio conformado por más de cuarenta creaciones y exposiciones, todas ellas desde una mirada poética y humanística, Josef Nadj encarna la figura de un pionero de la danza que juega con la realidad y la fantasía, la tradición y la modernidad, cuestionando la relación del ser humano consigo mismo desde un enfoque tan innovador como insolente y siempre dispuesto a descubrir nuevas formas creativas. Entre 1995 y 2016 tomó la dirección del Centre Chorégraphique National d´Orléans, justo antes de impulsar su propia compañía bautizada como Atelier 3+1 (2017) cuya sede se encuentra en la capital francesa y con la que pretende poner, de nuevo, el arte plástico en el núcleo de su trabajo escénico.
¿Qué ha querido abordar en Omma?
Quería subrayar o reforzar una idea pura de defensa de la danza sin artificio. He eliminado toda escenografía y cualquier accesorio para concentrarme en el cuerpo de los bailarines. Quería explorar la idea de la danza de grupo para crear una suerte de ritual contemporáneo de la danza. Buscaba frescura para reforzar la energía corporal, la sutilidad, la musicalidad, la omnipresencia de los bailarines. La composición musical es reposada y da espacio y tiempo para cada individuo y darle el color respectivo. En definitiva, es un ejercicio de concentración pura y limpia sobre la posibilidad corporal de los intérpretes como esculturas vivientes musicales. Hay una voluntad de defender esta dimensión ritual de la danza en la que África está omnipresente, pero en los espacios tradicionales.
¿Cómo hizo la selección de los bailarines? ¿Con qué criterios?
Hice una audición en París bajo dos criterios, técnico, porque hacía falta ser fuerte, y por otro, la presencia y la creatividad. He trabajado dos días con cada grupo y había espacio para la improvisación y para encontrar al mejor intérprete. Constituimos un grupo realmente increíble. No se conocían entre ellos, pero la homogeneidad se instaló rápidamente.
¿Qué nos puede contar sobre el proceso creativo de la obra?
Era la idea de recuperar la memoria corporal profundamente, así que he eliminado todas sus experiencias previas, todo movimiento formal que he reconocido, y he asistido para encontrar el movimiento original de cada intérprete y que formaba parte de su memoria corporal.
Fue pionero de la nueva danza de Paris de los años ochenta ¿qué cree que ha cambiado desde entonces? ¿Sigue París siendo un buen lugar para hacer danza?
Mucho menos que en los años ochenta, porque ha habido esa política de descentralización, antes todo el mundo estaba en París, pero después hemos tenido que irnos a ciudades en Francia para crear centros coreográficos o instalarnos como compañías para reforzar el territorio en general y París se ha vaciado un poco. Todavía pueden verse buenos espectáculos, pero las compañías se han dispersado. Así que el paisaje ha cambiado radicalmente.
¿Cree que su faceta de fotógrafo y artista plástico ha tenido influencia en su trabajo?
En el conjunto, sí, pero poco en esta última versión, donde he aplicado mi escucha personal, mis experiencias musicales y me he apoyado menos en lo visual.
Si compara Omma con alguno de sus trabajos tempranos como Canard pékinois ¿qué cree que ha permanecido?
La omnipresencia del humor negro, la visión sarcástica del mundo, así como la dimensión dramática que siempre busco a través de la danza. Para mí esta situación ha de tener una dimensión teatral y humana siempre, jamás busco el lado estético del movimiento ni la abstracción, sino que ha de provenir de una situación concreta o de una vivencia personal. Busco constantemente una profundidad dramática.
Tuvo el deseo de formar parte de una obra de Miquel Barceló cuando en 2006 hizo junto a él Paso doble, ¿cómo recuerda hoy esa experiencia?
Fue una experiencia verdaderamente excepcional, porque Miquel nunca había subido a un escenario, hizo falta convencerlo. Quería mostrar su trabajo físico con la arcilla, que yo había observado y había encontrado magnífico. Le propuse mostrar en el escenario su proceso de trabajo, y también quería entrar en sus cuadros, que mi cuerpo formara parte, de modo que se convirtiera en un cuadro vivo. Hemos conseguido que la interpretación encontrara un buen ritmo, y darle una dimensión dramática, aunque era una propuesta visual. La prueba es que mucha gente del mundo del teatro ha adorado esta pieza. Peter Brooks dijo que la gente de la escena debía verla.
¿Qué aprendió de Marcel Marceau?
No gran cosa. Más bien de su profesor, Étienne Decroux, su técnica. Estaba bien observar a Marceau.
¿Cómo valora hoy su experiencia en el Centro Coreográfico Nacional de Orleans?
He pasado muchos años allí, así que allí, en una ciudad de provincias pude encontrar la concentración, la tranquilidad, la omnipresencia en la búsqueda, así que ha sido muy positivo tener un estudio donde podía experimentar con la escenografía sin cesar y repetir cuando quería.
¿Le parece que el modelo de los centros coreográficos franceses sigue vigente?
Creo que sí. Yo me he convertido en una compañía independiente y tengo menos obligaciones, más libertad.
¿Qué nos puede contar sobre sus próximos proyectos?
Estoy a punto de repetir con los mismos chicos en una segunda pieza. Me he concentrado en la danza pura, en el cuerpo, pero busco ahora la idea de la marioneta, porque siempre me ha interesado. Pero después voy a dejar pasar un tiempo y ver qué ganas tendré, quizás hacer una obra solo con chicas, algo que nunca he hecho.
