¿EL ÚLTIMO YOIK?
‘Vástádus eana’ o ‘The Answer is land’ es una advertencia sobre la extinción de la cultura sami, que supuso el debut de la creadora noruega Elle Sofe Sara estos días en el Festival Julidans, de Ámsterdam. Fuimos a verla y así la percibimos…
Texto_MARÍA INÉS VILLASMIL Fotos_ANTERO HEINN
Ámsterdam, 23 de julio de 2023
La propuesta Vástádus eana o The Answer is land, de la creadora noruega Elle Sofe Sara, que tuvo su debut holandés estos días en el marco del Festival Julidans de Ámsterdam, se posiciona como una firme protesta a favor de los derechos de los samis, pueblos lapones que habitan en las fronteras entre Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia. Es obra que busca la reivindicación de sus valores y los de los indígenas de la llamada Tierra Sami.
Todo comienza en las afueras del céntrico International Theater Amsterdam (ITA), donde poco a poco van surgiendo, en una especie de marcha más bien militar, siete mujeres vestidas de negro con algún que otro adorno rojo en los cabellos, llevando cada una un megáfono, lo que de entrada ya otorga un tono muy potente al momento.
Tras un corto silencio, una de ellas y progresivamente las otras, arrancan a cantar un yoik, que ha sido un modo de expresión musical de los samis desde tiempos muy remotos, un canto polifónico típico de aquella zona que ahora aparece amplificado por el uso de los megáfonos que, junto a la gestualidad del ensamble, adquiere un significado efectista y hasta político. Entonces nos conducen al teatro, al que accedemos por el escenario completamente desnudo, apenas decorado con elementos que asumimos relacionados con la cultura sami.
La coreografía y los movimientos en la escena se nos desvelan como una danza ritualista bastante monótona, sustentada en el caminar, marchar o correr, por momentos combinada con elementos obviamente tomados de la danza contemporánea. Según Elle Sofe Sara, poco se sabe de las danzas tradicionales de los samis, razón por la cual optó por mezclar elementos reconocibles de danzas más ritualistas y folclóricas, con algunas convenciones de la danza contemporánea.
Tres bailarinas, cuatro cantantes
La estructura de la obra deja ver de una manera quizá demasiado obvia que dentro del grupo de intérpretes claramente hay tres que son bailarinas y cuatro cantantes principales, lo que resta fuerza a la propuesta. No obstante, la belleza y fortaleza viene de la intensidad y potencia de las armonías creadas como ensamble por las voces de las siete, en contraste con un discurso coreográfico menos interesante y muy poco elaborado.
The Answer is land culmina de una manera totalmente opuesta a su inicio. En algún momento de la coreografía las siete figuras bajan del escenario y en fila van caminando mientras cantan un último yoik a manera de lamento, hasta que abandonan la sala y sus voces van desapareciendo de nuestro radio sonoro, tal vez como los ecos de una cultura ancestral que se ha ido difuminando. Es sin duda el momento más dramático de la obra, el que nos transmite con mayor nitidez el dolor de una comunidad sin estatus político, esparcida en medio de cuatro países. Quizá se trata de una manera de simbolizar la desaparición en el tiempo de una cultura, de un idioma, lo que explicaría este final profundamente distinto y contrastado con ese enérgico comienzo, que se nos presentó tan potente, tan cargado de expectativas…