ROSAS, HOY Y AYER
El Teatro Central de Sevilla estrena mañana ‘EXIT ABOVE… After The Tempest’, la nueva creación de Anne Teresa de Keersmaeker para su compañía belga Rosas. Te contamos sus innovaciones…
Texto_OMAR KHAN Foto_ ANNE VAN AERSCHOT
Madrid, 25 de abril de 2024
Aunque parezca contradictorio, se verifica en EXIT… ABOVE, After The Tempest, la nueva creación de Anne Teresa de Keersmaeker para su compañía Rosas, de Bélgica, un intento de regresar a sus orígenes en los años ochenta, cuando era tan obstinada y minimalista, pero al mismo tiempo, parece haber una necesidad de innovación y puesta al día. La nueva creación podrá verse mañana y pasado en el Teatro Central sevillano, donde ha sido asidua (y el día 19 de mayo en Teatros del Canal, de Madrid) pero también será del todo interesante poder ver a la compañía en Valencia el próximo 04 de mayo, en el Teatro Principal, como uno de los principales reclamos este año del Festival 10 sentidos, bailando la reposición de Fase, Four Movements to the Music of Steve Reich, de 1982.
Se trata de ese famoso dueto al máximo minimalista y femenino (a su manera, también feminista) que es pura matemática, musicalidad y racionalidad, con el que se dio a conocer su compañía, un título que catapultó internacionalmente a la hoy reputada creadora. Entre una y otra pieza median más de cuarenta años de intensísima creación. La oportuna coincidencia nos permitirá ver casi a un tiempo el ahora y el antes, el hoy y el ayer, de una coreógrafa que lleva más de cuarenta años siendo fiel a un pensamiento, aunque también haya sabido adaptarse a los tiempos como demuestra EXIT… ABOVE, After The Tempest.
Entre las novedades de su reciente creación, un elenco renovado, conformado por bailarines jovencísimos (casi ninguno de ellos había nacido cuando se fundó la compañía), con predominio de negros y mulatos, ya no tan preocupados por la perfección y la técnica, aventurándose incluso con guiños al hip hop, antes impensables en el trabajo de una Keersmaeker ahora, digamos, más suelta.
Por otro lado, el uso de recursos y efectos escénicos, tan poco habituales en sus creaciones, como ese plástico gigante accionado por un ventilador industrial que se pavonea en el aire como si fuera un dibujo animado mientras el equipo baila, así como también el uso de fuego, nubes de humo y repentinos blackouts.
Pero el dibujo en el suelo del escenario, unas llamativas figuras geométricas, son imitación y calco de las del escenario de un viejo éxito, Rain (2001), que parecen reaparecer aquí como un recordatorio de que, a pesar de las apariencias y los cambios, sigue siendo la misma Anne Teresa de Keersmaeker, quizá menos obstinada y racional que hace cuatro décadas, pero igual de rigurosa, musical y, sobre todo, fascinante.