ASEXUALES
La película ‘Slow’, que se vio en el festival mallorquín la semana pasada y se estrenará en España hacia fin de año, se aproxima a la asexualidad. Su directora, la lituana Marija Kavtaradze, nos ha contado cómo la danza le ayudó a narrar esta historia de amor sin sexo. Léelo...
Texto_BEGOÑA DONAT
Madrid, 02 de agosto de 2023
En su segundo largometraje, la directora lituana Marija Kavtaradze (Vilna, 1991) expone en pantalla el que probablemente sea el último de los tabúes relacionado con el sexo, precisamente, su ausencia. Slow es una delicada exploración de la asexualidad a través de los lenguajes del movimiento. La película, que toma su nombre de una canción de Leonard Cohen, le valió a Kavtaradze el premio a la mejor directora en el festival de Sundance.
Sus protagonistas son Elena, una bailarina y coreógrafa con una vida emocional muy libre, y Dovydas, un intérprete de la lengua de signos de líbido inhibida. Ambos se sirven de sus cuerpos para revelar sus emociones interiores.
Antes incluso de bosquejar este relato sobre la intimidad de pareja, la también guionista ya tenía en mente a una bailarina como protagonista femenina. “Cobraba todo el sentido, porque la danza es física y añade una capa más de lectura a la trama. A través del baile, alcanzamos a intuir la naturaleza sensual de Elena, cuáles son sus pasiones y anhelos”, ha compartido la joven realizadora durante el Atlàntida Mallorca Film Fest, en el que la película se proyectó en una gala especial, antes de su estreno a finales de este año por Surtsey, y su disponibilidad en la plataforma Filmin en el transcurso del próximo año.
De hecho, Marija le solicitó a la coreógrafa sueca Anna Vnuk que abordarse el baile desde perspectivas diferentes, tanto en el plano profesional de la protagonista como en su vida. Esas aproximaciones a la expresión corporal se dan en el curso de verano que Elena imparte a un grupo de chavales sordos, en sus ensayos para un espectáculo de danza que está a punto de estrenar y en la interrelación con Dovydas, en la que cada paseo compartido parece estar resuelto como un juego coordinado de sus cuerpos.
Durante la escritura del personaje, Marija tuvo todo el tiempo en mente a la bailarina contemporánea y coreógrafa Greta Grinevičiūtė, a la que había visto en una obra experimental con elementos de drama donde había mucho movimiento. “Ella es especial, tiene una presencia carismática. Cuando tuve listo el guion le pregunté si quería leerlo, así que tuvimos un casting informal, en el que leyó varias escenas. Greta me pidió que probase con otras actrices, pero yo estaba muy segura de que solo con ella iba a funcionar”.
Aceptación del cuerpo
Slow es una historia de afecto donde sus protagonistas tratan de no dejarse llevar por ninguna representación de cómo debe ser el amor, pero también un estudio sobre la aceptación del propio cuerpo. En un momento confesional, Elena comparte las críticas vertidas en la infancia por su madre a su físico, que consideraba inadecuado para una bailaiina de ballet.
“A menudo hay personajes de madres conflictivas en mis ideas para guiones. Es algo con lo que bromeo mucho con la mía propia, porque tenemos una estupenda relación. En este caso, la razón radicó en que quería una subtrama sutil sobre el físico. La danza contemporánea es, por supuesto, muy libre, y hay diferentes tipos de cuerpos, pero en la clásica nos remite a un tipo de cuerpo muy determinado y estándar. Como Slow está relatada desde el punto de vista femenino y es fundamental cómo se siente la protagonista consigo misma, tenía que plantear tanto la aceptación como el rechazo del cuerpo. Conozco a pocas mujeres de mi edad, tanto mayores como más jovenes, que se sientan bien con su anatomía”, se explaya la cineasta.
El hecho de que el personaje masculino sea intérprete de la lengua de signos es también intencionado por los paralelismos que invoca con la condición asexual de Dovydas. En un momento del metraje, el protagonista alude a su hermano sordo y a cómo sus padres esperaban que cambiara. Ese deseo irracional coincide con el que él mismo ha vivido junto a personas que esperaban que su asexualidad pudiera revertirse.
La realizadora considera el lenguaje de signos como uno más de los lenguajes del movimiento: “Es muy visual. Me embelesa mirar a la gente practicándolo o a sus intérpretes cuando traducen, especialmente la música. Este oficio añade otra capa, porque Elena y Dovydas tienen sus propios lenguajes, pero cuando tratan de comunicarse en lituano es más duro para ellos, porque son más abiertos en sus propias formas de expresión”.
YouTube y Tik Tok
En su aproximación a nuevas formas de sexualidad y de relaciones de pareja, el cine no ha prestado atención a las personas asexuales, un grupo que representa a un uno por ciento de la población. La misma Kavtaradze lo desconocía todo sobre esta comunidad, pero le interesó sobremanera saber cómo se sentían en un mundo hipersexualizado como el nuestro. “El sexo está en la publicidad y en las bromas que te haces con amigos. No es como la orientación sexual, la asexualidad puedes esconderla y quizás no sentir represión, pero al mismo tiempo, experimentar la impresión de no ser útil para esta sociedad”.
Marija inició su investigación en línea leyendo en foros como los de la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad (AVEN) y viendo videos en YouTube y Tik Tok de, por ejemplo Slice of Ace y AmeliaAce.
“Durante mi inmersión comprendí que las personas asexuales pueden ser muy sexuales en la superficie, es un espectro muy amplio. Me surgieron muchas ideas y preguntas. De ahí que quisiera profundizar y despertar atención sobre este grupo, porque para empezar un nuevo proyecto siempre necesito sentir curiosidad y que me asalten los interrogantes”.
Slow no responde a esas incógnitas, sino que las expone. Acerca al público lo que implica una historia de amor desequilibrada por la falta de deseo, las necesidades físicas, las expectativas románticas, los roles de género en las relaciones y la necesidad de obtener aprobación a través del sexo. En último término es un ensayo sobre la autoaceptación y la honestidad con uno mismo y los demás que se sirve de los lenguajes del movimiento como herramienta de exploración.
