DANZA MALABAR
Debutó anoche en el Instituto Francés, de Madrid, la joven compañía Circographie. Nos sorprendió la manera en que fusionan circo y danza. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 22 de abril de 2022
Joven y prometedora, la compañía de Lille Circographie presentó anoche, lamentablemente en única función en el teatro del Instituto Francés de Madrid, su primera propuesta escénica Entre noeuds. Trío ingenioso de malabares, el espectáculo responde de manera eficaz a las principales premisas que alejan al circo convencional del llamado nuevo circo. Son un colectivo pequeño, casi de cámara, con tres intérpretes muy compenetrados que se especializan en malabares y acuden a la danza como motor que genera la acción.
El malabarismo de Circographie desencadena el movimiento de los tres cuerpos pero al mismo tiempo ese movimiento viene condicionado por los objetos: bolas y mazas de malabar que constantemente revolotean, a veces a gran velocidad, alrededor de esos tres cuerpos que parecen concentrados solamente en el score coreográfico, aunque obviamente y aunque no se les note, están más que atentos al ir y venir de los objetos que atrapan con sus manos para redirigirlos por el aire otra vez. Todo ello mientras bailan.
La danza, que pasa por ser fundamental, más que aliada es parte intrínseca de la propuesta. Aparece fusionada en esos tres cuerpos cómplices en un baile enérgico, con alguna influencia del hip hop, que nunca sabemos si está al servicio de la acrobacia malabar o si son más bien las proezas de circo las que están intentando camuflarse como danza. En esa ambigüedad reside el hallazgo que, por otra parte, les obliga a un uso poco convencional de pelotas y mazas.
Hubo fallos, es verdad, pero insignificantes en comparación con el logro: una hora de hipnótica fluidez escénica, recompensada al final con una ovación del más bien escaso público (mucha gente de circo, se notaba) que se acercó a verles.
El trío de Lille aparece encabezado por Asaf Mor, formado en la Escuela de Circo de Israel y responsable de la coreografía, y secundado por Lucien Coignon, muy hábil en los palos, y Milàn Galy, un todoterreno con gracia, diestro con las pelotas y acertado en la danza, al que el espectáculo explota muy buenamente su habilidad para generar (divertidos) movimientos fragmentados mientras manipula pelotas.