ENAJENADOS
Jon López y Martxell Rodríguez, directores de Led Silhouette, sorprendieron ayer en el arranque del Festival Dansa València con ‘Halley’, coreografía de ciencia ficción que nos entusiasmó. Léelo…
Texto_OMAR KHAN
Valencia, 18 de abril de 2024
Con su inquietante propuesta Halley, Led Silhouette se coronó ayer tarde como ese colectivo navarro que hay que ver, en su debut en el Festival Dansa València, donde Jon López y Martxell Rodríguez, líderes de la agrupación, convirtieron el escenario del Teatro Rialto, que se les quedó un poco pequeño hay que decir, en un bunker futurista video-vigilado y custodiado que encierra, ahoga y asfixia a ocho bailarines desesperados que buscan una salida a su cautiverio y probablemente una respuesta a su situación, todo enmarcado en un malsano ambiente pos-apocalíptico muy en sintonía con el mejor cine de ciencia ficción. Muchas son las referencias en este sentido, y van desde las más obvias, como el clásico 2001 una odisea del espacio, de Kubrick, con clara alusión a su enigmático monolito, hasta otras más recónditas como aquella desconcertante Cube, filme hoy de culto del italiano Vincenzo Natali.
Intriga y crispación, desasosiego y angustia, enajenación en resumen, son las bases emocionales de esta coreografía tensa y claustrofóbica, que tiene su mejor aliado en el tratamiento cromático y esa iluminación inquietante y protagonista, llena de golpes de efecto, parpadeos inestables y cambios radicales, que ha sido diseñada a la carta por Andoni Mendizábal.
Es probable que haya algún tiempo muerto entre su brillante planteamiento inicial y la sorprendente y muy cinematográfica resolución final pero el conjunto no se resiente por ello, en parte gracias al buen hacer de sus intérpretes, muy bien dirigidos (los coreógrafos esta vez no bailan), que saben mantener la tensión y vehicular las emociones a través del movimiento, ese movimiento fraccionado y ralentizado como si fallara la gravedad, que dota a la coreografía de un tempo determinado, que justifica y resignifica kova.
Kova es un vocabulario muy gestual de danza, invención de Marcos Morau para su compañía barcelonesa La Veronal, agrupación que es muy cercana al tándem López/Rodríguez. No solo porque han bailado y han hecho asistencia para el director valenciano, un padrino que ya las había montado en exclusiva el dueto Los perros, éxito indiscutible de los Led Silhouette, sino que ahora aparece colaborando en la asistencia dramatúrgica de Halley. De hecho, en su planteamiento, la pieza guarda cierto parentesco con Pasionaria, viejo éxito sideral de La Veronal, sin ser copia, remake, spin-off, precuela ni secuela.
El título Halley hace referencia a ese cometa que es el único que puede ser visto a simple vista desde la tierra y que no volverá a pasar hasta 2061, presumiblemente el año en que ocurre la acción de esta coreografía, que replica para la danza la gran interrogante sin respuesta que sustenta casi toda la literatura y el cine de anticipación y ciencia ficción: la del hombre frente a la inmensidad del universo, el sentido de la vida y de su vida, el propósito y fin último de su existencia…