DIEZ AÑOS BAILANDO EN LA BERLANGA
Hace ya una década que Fundación SGAE inició en Madrid este ciclo de danza que arranca mañana su edición aniversario. Ana Graciani nos hace repaso de estos dos lustros…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 01 de abril de 2024
La dramaturga, guionista, periodista y productora Ana Graciani, actual Directora Institucional de Artes Escénicas de la Fundación SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), lo tiene claro. “Somos una casa de autores con un firme compromiso con la danza y la creación coreográfica, y en este país ocurre que la repercusión y exhibición de danza no se corresponde con la cantidad que produce. No es proporcional el enorme talento, no solo interpretativo sino también coreográfico, con los pocos espacios dedicados a darle visibilidad. De esta preocupación nació hace diez años Bailar en la Berlanga”.
Se trata de una iniciativa que reúne anualmente en Madrid una selección de obras coreográficas de actualidad y que este año celebra su primera década de andadura, como es ya usual, con una programación ecléctica y diversa que empezará mañana y culmina el próximo sábado. Un total de ocho propuestas diseminadas en las distintas sesiones que arrancan cada noche a las 19.30
La Compañía Elephant in the Black Box, que dirige Jean Philippe Dury, abre fuegos con Travesía, a la que en días sucesivos seguirán El problema fílosófico del cambio, de Begoña Quiñones & Verónica Garzón; Pies de gallina, de Ana F. Melero y Luna Sánchez; Consecuencias de la sed, de Higiénico Papel Teatro; Terra, de la Compañía Gabriel Matías; Renacer y resurgir, de Compañía Estela Alonso; Bajo el árbol, de Lucía Vázquez y Más información al reverso, una colaboración escénica entre Richard Mascherin y Miss Beige.
El tamaño importa
Ana Graciani sabe y reconoce que la Sala Berlanga, ubicada en el 53 de la calle Andrés Mellado, tiene sus limitaciones para la exhibición y no cualquier espectáculo cabe. Es por ello quizá por lo que la danza contemporánea, que ha demostrado mayor facilidad para moverse en distintos formatos y ser capaz de adaptarse a diferentes espacios, tiene más receptividad en la convocatoria que anualmente se abre entre compañías -no necesariamente socias de SGAE-, contando para ello con la alianza y apoyo de la federación nacional de compañías de danza, FECED. No obstante, el flamenco, la danza española, nuevas tendencias y quizá en menor medida el ballet, por ser el más exigente en este aspecto, pueden participar si presentan el formato adecuado.
“La Berlanga es una sala polivalente estupendamente preparada para proyecciones audiovisuales pero en estos diez años ha sido capaz de albergar cómodamente verdaderas joyas de la producción dancística nacional”, asegura Graciani, que nos recuerda que durante la última década han pasado por su pequeño escenario grandes obras y figuras. “El nivel es altísimo. Kukai, Carmen Roche, Vanesa Aibar, Sara Cano, Carmen Fumero, La-MOV, Compañía Elías Aguirre (en la foto) o Daniel Doña, que bailó el mismo año que ganó el Max, entre ellos”.
Hay un ingrediente clave en el éxito de esta cita madrileña con la danza. La entrada tiene un valor ínfimo de 3,50 euros, lo que permite ver a creadores relevantes por muy poco. “Nos sentimos especialmente orgullosos de cómo ha ido evolucionando la afluencia de público. Podría parecer que la danza contemporánea no es para las mayorías pero si de algo nos hemos ido dando cuenta es de que, al tener un precio tan asequible, vamos creando nuevos públicos”.
Los objetivos de Bailar en la Berlanga han permanecido intactos durante estos diez años. “Una comisión hace la selección siguiendo criterios de calidad artística. Intentamos dar oportunidad y visibilidad al mayor número de compañías posible y tratamos de que no se repitan. Hemos acogido compañías jóvenes sin mucha repercusión que hoy están consolidadas, y creemos que su paso por Bailar en la Berlanga ha sido un espaldarazo para dar pasos hacia adelante”, concluye.