NI ESTÁN TODOS LOS QUE SON, NI SON TODOS LOS QUE ESTÁN
Verdadero desencanto y desilusión produce la exposición ‘¿Bailamos? 125 años de danza en España’ que ha inaugurado la SGAE, en Madrid. Fuimos a verla y estas son las razones de nuestra decepción…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ISABEL PERMUY / SGAE
Madrid, 19 de marzo de 2024
Identificar, seleccionar y acertar con todo lo importante ocurrido en la danza que se ha hecho en España durante los últimos 125 años es tarea titánica y ambiciosa. Nada que objetar a la relevancia testimonial de todas y cada una de las más de 200 piezas, procedentes de los fondos de una veintena de importantes instituciones, que conforman la exposición ¿Bailamos? 125 años de danza en España que, hasta el próximo 30 de abril se puede visitar de forma gratuita en el Palacio de Longoria, de Madrid, fantástico edificio sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), institución que ha tenido la iniciativa de esta muestra en el marco de la celebración de sus 125 años de permanencia.
Llena de hallazgos y curiosidades, la exposición despliega fotografías, carteles, vestuarios, documentos, libros, objetos y un buen puñado de obras plásticas relacionadas con la danza que fueron significativos, anecdóticos o simplemente curiosos en los avances y progresos del devenir de nuestra danza en el último siglo y cuarto. Los trajes de los Novios, de Bodas de sangre, de Antonio Gades, un magnífico retrato al óleo de La Argentina, la bata de cola que llevó La Argentinita en 1942 en el estreno de El café de Chinitas, de Lorca, o piezas originales de Miró o Tápies son algunas de las obras que detienen la mirada durante el recorrido.
Pero no es verdad que ese conjunto de piezas sean capaces de representar 125 años de danza en España. Esos son muchos años y mucho es lo que le ha pasado a nuestra danza desde los inicios del siglo pasado hasta el día de hoy. La lista de omisiones y descuidos de la exposición resulta interminable, con un predominio y poderío del flamenco y la danza española que termina sugiriendo que es lo más relevante, destacable y único que nos ha ocurrido, en detrimento de los logros de nuestro ballet y, sobre todo, del importante movimiento de la danza contemporánea y las vanguardias de los ochenta tardíos, al que no se hace ni una sola referencia ni mención.
Continente y contenido
La muestra tiene graves carencias de continente y contenido. En cuanto a los primeros, el espléndido Palacio de Longoria compite con la exposición. Las piezas atiborradas en sus estrechos pasillos difícilmente consiguen resaltar, la iluminación es deficiente y las informaciones a distintas alturas obligan a posturas imposibles para poder leerlas. Siendo una exposición abierta de noche, la oscuridad total de la entrada no solo entristece la llegada a la muestra sino que imposibilita la lectura del panel introductorio.
Las de contenido son más graves. El comisariado de Maribel Sausor, responsable del departamento de actividades complementarias de SGAE, carece de criterio y casi podría decirse que de conocimiento. No hay un orden ni cronológico ni temático, lo que dificulta una lectura o atisbar, al menos, los propósitos últimos de la exposición. Tampoco hay muchos testimonios videográficos, siempre tan importantes como testigos fieles. Lo que sí queda claro, es que la muestra difícilmente representa o hace justicia a 125 años de historia de la danza en nuestro país como reza su título. Nuestra danza, nuestros bailarines y coreógrafos, diseñadores y escenógrafos, han hecho muchísimas más aportaciones y conquistas que las que aparecen reflejadas en esta muestra.
Resulta siempre pedante juzgar desde el punto de vista de lo que nos hubiese gustado que fuera, pero con esas mismas obras, eliminando toda referencia al ballet y la danza contemporánea, que son bastante escasas, se pudo armar una muy interesante mirada (que no historia) de la danza española y el flamenco. No se entiende que esta iniciativa, sin duda hecha con las mejores intenciones, venga de una institución de la talla y envergadura de SGAE.