CAROLYN CARLSON EN ESTADO DE GRACIA
El Ballet de la Ópera de París repone estos días ‘Signes’, la creación que, en 1997, la creadora norteamericana montó para ellos. Allí estuvimos y mucho nos emocionamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_AGATHE POUPENEY
París, 08 de julio de 2023
Carolyn Carlson (Oakland, California, 1943) estaba en estado de gracia cuando estrenó aquella noche del 27 de mayo de 1997 su coreografía Signes, con el Ballet de la Ópera de París, una casa para la que ella ha sido muy importante con una obra que ha sido muy importante para ella. A más de 25 años de aquella premier, en la que brillaron como pareja protagonista las entonces estrellas Kader Belarbi y Marie-Agnés Gillot, esta creación monumental ha vuelto en toda su espectacularidad y esplendor a la Ópera de La Bastille parisina, donde la compañía la estará representando hasta el próximo domingo 16 de julio.
Es verdad que los méritos de este trabajo excepcional se los reparten a partes iguales Carlson, en la coreografía, el compositor René Aubry, con esa partitura rítmica y pegadiza, a veces con aires de banda sonora de western, y el artista plástico Olivier Debré, impulsor de la idea, y diseñador de los coloridos trajes y escenografía.
Partiendo de los decorados, esas siete pinturas abstractas de Debré que se descomponen en módulos y se materializan como en 3D, se creó la danza y la música, sellando así una alianza heroica e imbatible, conseguida a través de una admirable compenetración de todos los elementos que la componen, pero su verdadera naturaleza no es plástica ni musical. Es coreográfica, la baila una de las casas de ballet más destacadas del mundo y la firma una de las coreógrafas más innovadoras del siglo pasado.
La relación de Carolyn Carlson con el Ballet de la Ópera de París data de los años setenta. La que fuera bailarina destacada del pionero de las vanguardias norteamericanas Alwyn Nikolais estaba llamada a no ser profeta en su tierra. Quizá su ascendencia finlandesa la atraía hacia Europa. Rolf Liebermann, entonces director de la Ópera de París, estaba dispuesto a introducir el siglo XX en su compañía de ballet y la invitó a participar en un homenaje a Edgard Varése, para el que creó el solo Density 21.5 (1973), que se convirtió en inesperado éxito. Entonces obtuvo el título, inexistente antes y también ahora, de Coreógrafa Estrella. En 1975, Carolyn Carlson revolucionó la casa con el G.R.T.O.P. (Grupo de Investigaciones Teatrales de la Ópera de París) con los que estrenó Wind, Water, Sand (1976), Writtings on the Wall (1979) o Blue (1980), todas obras contemporáneas marcadas por su estilo poético y espiritual.
Acto de justicia
Siempre en París, despegó entonces su carrera en solitario, se hizo célebre gracias a coreografías como su indiscutible obra maestra, el solo Blue Lady (1983), y creó su propia compañía, aún en activo (con la que recientemente visitó España, para presentar The Tree). Cuando en 1997 fue invitada a crear Signes en la que fuera su casa, se hacía justicia y ella supo aprovechar los generosos recursos que ponía a su alcance una compañía como el Ballet de la Ópera de París, y realizó una creación verdaderamente espectacular pero al mismo tiempo conmovedora, una obra optimista y luminosa que, aún siendo abstracta, desborda humanidad y emociones.
Pareciera que la premisa dramatúrgica de la pieza fuese poner en danza una exposición museística de cinco pinturas monumentales de Debré. La obra parecer recoger el concepto del tableaux vivant y, a su manera, aplicarlo a la abstracción, con un resultado que rebasa cualquier expectativa.
Por lo demás, Signes es una clase magistral de composición coreográfica y un derroche de virtuosismo, una creación de armonía perfecta, con esos colores planos y brillantes que, dosificados, convierten cada cuadro en explosiones de amarillos y lilas, rojos y negros, blancos y negros… todo de gran elegancia y belleza formal.
Los eficaces bailarines de la Ópera de París, en alarde de musicalidad, entienden a la perfección la complejidad e intenciones de lo que bailan, destacando la pareja central, Jack Gasztowtt y una Caroline Osmont, tremendamente parecida, en físico y actitud, a Carlson cuando era joven. La música de Aubry, omnipresente, se responsabiliza en buena medida de la atmósfera embriagadora de este prodigio de creación.
ARTÍCULO RELACIONADO ‘THE TREE’ / TEATRO CAMPOAMOR (susyq.es)