'LA MUERTE Y LA DONCELLA' TRIUNFA EN LOS MAX
Tres galardones recibió anoche la coreografía de Asun Noales. Iratxe Ansa se hizo en el Premio a la mejor bailarina. Te contamos cómo fue la gala…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 05 de octubre de 2021
La muerte y la doncella (en la foto), producción del Instituto Valenciano de Cultura y único espectáculo de esa Comunidad nominado, se hizo anoche con los principales premios de danza en la XXIV Gala de los Max, galardones nacionales de las artes escénicas, celebrada esta vez en el Teatro Arriaga, de Bilbao. Iratxe Ansa (foto inferior), tras el Premio Nacional de Danza 2020, consigue ahora el Max a la Mejor Interpretación femenina por Al desnudo, de su agrupación Metamorphosis Dance, mientras que Iván Villar, de La Nova Galega de Danza, se hizo con la contraparte masculina, por Leire.
Mejor Espectáculo de Danza, Mejor Diseño de Iluminación para Juanjo Llorens y Mejor Coreografía para Asun Noales, directora de la compañía alicantina OtraDanza, fueron los tres relevantes galardones del palmarés que se llevó La mort i la donzella, coreografía de gran formato y enorme belleza formal, que aborda el tema de la muerte desde la partitura de Schubert. Tras su estreno el año pasado y su paso por el Festival Danza Valencia, casualmente regresa al Teatro Principal de esta ciudad esta misma semana, con funciones desde mañana y hasta el próximo domingo 10 de octubre. “Desde los lugares pequeños podemos hacer cosas grandes”, señaló Asun Noales que recogía el galardón reivindicando una producción que se gestó íntegramente en Alicante.
Juanjo Llorens, al recibir su premio, se solidarizó firmemente con los técnicos de los teatros nacionales, ahora mismo en conflicto con el INAEM debido a las exigencias de una titulación FP en la convocatoria de 57 plazas públicas de técnico de teatro, que no reconoce los estudios en escuelas y academias donde muchos de ellos han aprendido el oficio.
De hecho, la gala, que contó con la presencia de Miquel Iceta, Ministro de Cultura y Amaya de Miguel, del INAEM, comenzó muy cañera y reivindicativa en este sentido pero se fue desinflando. Los primeros premios que se entregan son los menos importantes, los técnicos justamente, que fue donde se escucharon más protestas. Cuando fueron dominando los artísticos mermaron las reivindicaciones, lo que hizo parecer menos solidarios a actores, bailarines y directores.
Pandemia y homofobia
Desde luego, la pandemia y los desmanes que ha hecho en el sector fue el otro tema de la noche. Pero la presentadora, la travesti Yogurinha Borova, aprovechó una de sus intervenciones para llamar la atención sobre el creciente fenómeno de la homofobia. “No permitiremos que los que quieren restar y no sumar, nos insulten, nos maten y nos peguen”.
Por lo demás, fue una gala aburrida. Sin brillo ni ritmo. Tuvo un acento marcadamente vasco, tanto en los números como en el palmarés, pero una equivocada dirección artística. Alegría más bien poca, salvo las (escasas) intervenciones de una Yogurinha totalmente desaprovechada. Recitar el monólogo de Lady Macbeth o pegarse citas de Hamlet no contribuye a subir la temperatura de una gala que todavía se celebra un poco sitiada por una pandemia.
Asier Etxeandía, con más pena que gloria, abrió y cerró la noche con dos números tal vez demasiado discretos. Paula Parra, de la compañía vasca Lasala, dejó en buena posición la reputación de la danza vasca, con ese eléctrico solo del espectáculo Dead, de Judith Argomaniz.
El momento más emocionante y auténtico no fue diseñado por la gala. Las lágrimas que enmudecieron a la veterana actriz Gemma Cuervo recibiendo una sonada ovación de pie cuando su hija, la también actriz Cayetana Guillén Cuervo, le hizo entrega del Premio Max honorífico de este año, fue con diferencia lo mejor y más emotivo de esta nueva edición de la gala de las artes escénicas nacionales. Notable la retransmisión en directo de RTVE.