LA FUERZA TELÚRICA DE GERMAINE ACOGNY
El Museo Universidad de Navarra cierra, el día 27, su ciclo Museo en Danza con la llamada madre de la danza contemporánea africana. Te contamos todo sobre ella…
Texto_ALBA ANZOLA Foto_THOMAS DORN
Madrid, 24 de noviembre de 2020
Ella es la clave de todo. Germaine Acogny (Senegal, 1944), merecidamente, ostenta la distinción de Madre de la Danza Contemporánea en África. Quizá sea la impulsora de danza más intrépida que haya tenido, no ya Senegal, sino todo el continente. Es luchadora nata, perseverante y cabezota. Usa la diplomacia para ganar terreno y hacer que el mundo se entere de que en África se hace buena danza contemporánea, teniendo como aval que fue ella misma quien la sembró. Al mismo tiempo, desarrolla una carrera como coreógrafa e intérprete, en la que destacan reflexivos unipersonales. El más reciente, En un lugar del principio, la trae esta semana a Pamplona. Lo bailará en el Museo de la Universidad de Navarra en única función el próximo 27 de noviembre, clausurando el ciclo Museo en Danza, que pudo llegar a buen puerto pese a las restricciones pandémicas que nos siguen asolando.
Germaine Acogny estudió ballet en Dakar. “Hice ballet porque pensaba que era una buena base para bailar, que era bueno para mi cuerpo, pero no porque aspirara a triunfar. Soy negra y en ningún teatro vas a ver una Giselle negra”, declaró alguna vez. Así que terminó asimilando el llamado ballet moderno en el legendario Ballet del Siglo XX, que dirigía entonces en Bruselas Maurice Béjart, quien además había fundado la Escuela Mudra (hoy P.A.R.T.S.), todo un referente en el surgimiento del movimiento de nueva danza belga… y africana.
En su deseo de desarrollar la danza en su país, Acogny tuvo una idea osada en 1977: la de crear una sede a imagen y semejanza de Mudra en Senegal, y lo consiguió. Desde entonces y hasta 1982, año en que rompió estruendosamente su relación con Béjart, que permanecía empeñado en imponer sus criterios ignorando la realidad social y cultural africana, Mudra Afrique sentó un precedente educativo y permitió a Acogny desarrollar e impartir su técnica, que mezcla el vocabulario de la danza contemporánea occidental con el de las diversas danzas tradicionales y populares de África.
No se quedó tranquila y algunos años más tarde, en 2004, fundó la Ecole Des Sables, que es hoy la institución de danza más importante del continente, con relevantes programas educativos y de intercambio, cuyo último logro ha sido montar con bailarines africanos La consagración de la primavera, auspiciada por la mismísima Fundación Pina Bausch. Se suspendió su estreno europeo por el coronavirus pero sigue siendo uno de los acontecimientos más esperados de la danza, ahora pospuesto a 2021. Además de la obra más relevante de Bausch, el programa será acompañado por el estreno absoluto de common ground[s], un dueto que eplora las experiencias de coreógrafas, profesoras, bailarinas y madres de ella y Malou Airaudo, una de las bailarinas más emblemáticas de la Tanzzatheater Wuppertal de Pina Bausch.
Pero también tiene Germaine Acogny esa relevante necesidad como creadora. Ha sido impulsora y coreógrafa de la compañía Jant-Be, dirigida por su hijo, y desde 1998 se ha dedicado a crear sus propios unipersonales. También baila para otros. Se recuerda con interés Mon élue noire Sacre #2, que le montó el polifacético creador Olivier Dubois a partir, justamente, de La consagración de la primavera, de Stravinsky.
En un lugar del principio, como otros solos personales de Acogny, aborda una historia de identidad, un tema importante en su trayectoria. En esta reciente creación, la artista parece querer decirnos que en estos tiempos de ideologías confusas urge buscar y reafirmar tu propia identidad, hurgar en ti mismo y no en el entorno. Abarca la historia de África y la suya propia desde los principios universales que rigen la tragedia clásica, se mira en Medea y se ancla a lo telúrico, a la fuerza de la naturaleza que, en África, parece rugir con más ímpetu que en cualquier otro lugar del planeta.